Mi madre suele decir cuando la piropean:
-El que madrugue por verme ¡qué poco sueño tendrá!
Y a mi me encanta esa enérgica modestia, luego siempre me acuerdo de esa frase cuando quedo para
desayunar tempranito, una buena costumbre de adquisición salvadoreña.
Quedé a desayunar con Susi, o María Jesús (depende de qué etapa de su vida hablemos y con quién se
llama de una manera) y volví a comprobar que a esas horas de la mañana se mezclan las hondonadas
mentales de la noche anterior con hilachas de sueño, pero ya hay borbotones de oxigeno iluminando los
bajos fondos y aromatizándolos con salvia, menta, albahaca y otras hierbas de ese histórico jardín.
Cuando hicieron la casa era como una prótesis extraña que le había salido al campo, se perdía la
mirada, alrededor de aquella planicie sólo había dos topes: la torre y el castellar. María Jesús plantó
árboles: muchos chopos, manzanos, perales y ciruelos, pero los árboles no fueron lo único que creció en
estos 30 años, también crecieron los edificios alrededor ¡es una obsesión en este pueblo tapiar el
horizonte!
-Lo peor fue cuando subieron aquellos dos pisos más y dejé de ver la torre, me dí cuenta por el camino y
no paré de llorar en toda la tarde.
Me dice cuando damos un paseo para ver el huerto y recoger las ciruelas del desayuno.
-Te voy a contar cosas que igual sabes pero te las voy a contar hiladas, últimamente tengo una especie de
clarividencia sobre mi pasado, han empezado a tener sentido y contener explicaciones muchos hechos
que aislados no conseguía interpretar.
Y cuenta y cuenta, haciendo bolillo de semanas, eso fue en lunes, pero el miércoles, y cambiamos de año
y de mes, no hay prisa y no vamos a olvidarnos, ni ella ni yo, de nombrar con exactitud la conclusión de
aquel lejano viernes pendiente, no se nos lleva a nosotras una volada de aire digresivo.
María Jesús se viene conmigo de vacaciones, y no hay nadie que estimule más mis glándulas narrativas.
Luego nos fuimos a Pirineos Sur y bailé hasta de capirote, disfruté una barbaridad de la chaqueta y de los
gin tonics con hielo de gasolinera. Estuve mirando para ver si caían estrellas fugaces, pero nada, sólo
aviones vi, me tengo que preparar para las noches molineras de lluvia de estrellas y de desear hasta el
hartazgo, de irme a la cama aborrecida de deseo.
Rachid Taha, gran músico por encima de su leyenda de polémicas, dijo:
Si la musique est la chose unique qu'europa peut traverser sans des difficultés, Europa de l'époque et ses
pays sont une merde
Et je suis d´accord.
Ni te vas de pronto ni vuelves de golpe. Cuando me aburro en algún sitio siempre pienso que me estoy
aburriendo lo suficiente, el tiempo que parece de más aporta la dosis suplementaria, la que hace que
lugares, gestos, olores y gentes se anclen en la memoria. Se vuelve poco a poco y eso, que fue una
certeza durante el desayuno en casa de María Jesús, volvió a confirmarse luego, cuando terminó el concierto,
volví la cabeza y vi a Javier Losilla. La misma persona a la que veía al volverme en todos los conciertos desde los
19 años.
Hay días en los que es más agradable seguir volviendo.
6 comentarios:
Esa torre... ¿Teruel quizás?
Donde fuere, qué hermoso el mudejar!
¡ojala!,
es Zaragoza, Utebo. La torre de los espejos, se llama. Nunca se agota, hermoso y sobrio el mudejar.
Volver la vista atrás y encontrar a los amigos es un lujo. A veces tropiezas, miras por encina del hombro.... y te ves solo.
Un texto muy bien desarrollado ¡Enhorabuena !
Te invito a visitar mi blog: http://desvandehaikus.blogspot.com/
Agradeceré tus comentarios
Un saludo
esa torre, qué favorecida está desde que le lavaron la cara!
besazo cara
¿cuándo viajas al molino?
¡Pero se está bien sólo, Lamia!, o será que yo soy géminis y lo consigo pocas veces.
Gracias Hakusan, ¡cómo no visitarte con ese nombre!
Sonia me voy ahorita a Madrid, viene mañana la Blanch de vero, hay fiesta, celebración no-proyecto, el martes, te llamo, anda, administra el tiempo a corto medio y largo plazo y ven.
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