
miércoles, 28 de abril de 2010
Retrasos ligeros

sábado, 24 de abril de 2010
Planes de futuro

viernes, 23 de abril de 2010
Una infusión de caos

miércoles, 21 de abril de 2010
De como tropezar en una raya de lapicero
Imagino que lo de cubrirse o no cubrirse tendrá un fundamento científico, que alguien habrá demostrado que las telas sobre la cabeza son nocivas para el entendimiento, y que quien las prohíbe por el bien de la humanidad conoce algo que los demás ignoramos.
Lo que está claro es que tanta pseudo batalla inane, tanto opinar por opinar y prohibir por prohibir, cansa.
¡Qué morbo oír por un agujero los argumentos de ese claustro de profesores que impartió justicia ayer en un instituto de Madrid !
viernes, 16 de abril de 2010
Desde la prehistoria hasta el cielo
miércoles, 14 de abril de 2010
Para gobernar las emociones
martes, 13 de abril de 2010
¿Desde cuándo Dios concede la palabra a las máquinas?

En la novela La Eva Futura, Villiers de L´Isle Adam hace que su protagonista se enamore de una mujer bellísima, pero con la que es imposible mantener una conversación: es rematadamente tonta. Lord Ewald, así se llama el personaje, le cuenta sus penas amorosas a su amigo, el inventor Thomas Alva Edison, que le propone fabricar una igualita, pero buena conversadora e inteligente. El incrédulo enamorado le pregunta entonces:
-¿Desde cuándo Dios concede la palabra a las máquinas?
-Desde que ve el pésimo uso que hacéis de ella, responde el inventor.
Imagen: Leonor Fini
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Higiene mental: propósito uno
lunes, 12 de abril de 2010
Los espigadores y la espigadora

viernes, 9 de abril de 2010
Gardel y dos sillones de orejeras
Desde hace casi veinticinco años he debido terminar unas cien veces poco sobria o borracha, feliz y desesperada, riéndome y llorando al unísono, pero siempre oyendo a Gardel, en ese salón que ha cambiado de calle, pero que, esté donde esté, preside Carlitos.
¿Qué habrán oído en estos veinticinco años esos dos sillones de orejeras además de a Gardel?
El ruidito de los surcos y nuestras voces, ya delgadas, más mansas, pero que no disimulan convicciones furibundas de vez en cuando, habrán oído, muchas veces, la lista infinita de frases que nombran las cuatro cosas que consideramos irrenunciables, y los nombres de las personas a las que queremos juntos, estén donde estén: Danae, Antonio, Manuela, Roberto, Mauricio, Carmen, Rosendo, Nacho, Pardeza, Teresa, Mila, el germen de los viajes importantes, y el poema feliz de algún panadero, conocemos a muchos panaderos poetas, alabanzas y también denuestos, amores y desamores al fin, nostalgias, dolores, buenas intenciones, títulos, nombres, más poemas, resignaciones, miedos, fracasos, voluntades, muchas metáforas, fechas, esperas, planes, propuestas.
Cuando se cae la foto de Gardel, que está enganchada en un cristal encima del armario de las copas, tengo que auxiliar al maestro, me mira asustado, pone cara de terror. Y, cuando oigo que hay que amueblar bien la cabeza, o la vida, siempre me acuerdo de esos dos sillones de orejeras entre los que he crecido.
jueves, 8 de abril de 2010
Otra vez el horizonte se ha puesto en el fondo de una novela rusa
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miércoles, 7 de abril de 2010
El doble sentido de alentar

-No alienta
Decimos.
Me gusta aún más en un contexto en el que adquiere doble significado: alentar por respirar, y alentar por animar a seguir preguntando
-¿Le has preguntado qué le pasa?
-Claro, pero no alienta
Abernuncio, que decía Sancho, de las identificaciones con el terruño, si alguna me queda es porque le tengo devoción a lo concreto, además, si algo me gusta de los aragoneses es su complejo de inferioridad: ya que parece imposible evitar esa lacra, consecuencia del afán de medir lo que no se puede ni se debe medir, prefiero el mal de bajura al de altura.
Me tropiezo con frecuencia con lo inevitable, mi carácter heredado. Así las cosas, cuanto más tengo que decir, más me callo, cuanto más segura estoy, más me encojo, cuanto más me indigno más me petrifico y más rumio.
Y sé que la impronta, el sentido de la rabia es estallar.
No tengo ninguna duda, voy por un mal camino.
El lunes sí estalle, después de la presentación del diccionario de autores aragoneses. Mis alumnas, la mayoría son periodistas maltratadas a diario en estúpidos actos oficiales, estaban asombradas de lo poco duro que tengo el cuero. Un afectado se imaginaba qué torpón había escrito el discurso, pero ni lo escuchó.
De María Zambrano me viene una convicción importante que se puede resumir como: “dime cómo entonas y te diré quién eres”. Los políticos utilizan ese ronroneo infalible, que duerme más que el tepazepan, para seguir perorando sin consecuencias. El lunes logré mantenerme despierta y oí el acto, incluido Marcelino Iglesias, entero. El presidente habló de sus vacaciones en Nápoles, no sé cortó al decir que los aragoneses van a Nápoles y no se enteran de nada, contó que el presi de la dpz, el colega, ha bajado el cuadro del compromiso de Caspe que había en su despacho, y que eso le recordaba que ¡qué guay, el compromiso de Caspe! y que en el despacho se ha puesto otro de Saura, también muy chulo, y, sin saber cómo, dió la vuelta y pasó a que tresmil y pico institutos estaban en el plan de animación a la lectura, que no venía al caso ni de coña. También dijo que tenía intención de leerse el diccionario, pero que no le había dado tiempo entero; eso es disculpable, lleva pocos días impreso y pesa dos kilos y medio. Es el trabajo de toda una vida lo que estaba ninguneando. Entonces cogió la batuta el otro, más valiente, aún disimulaba menos la improvisación y, atentos, dijo que Internet iba a terminar con la literatura regional, no tengo ni idea de a dónde quería ir a parar, sospecho que él tampoco, pero tenía una baza, era el que anunciaba los vinos buenos, para olvidar, y una de esas de matarse a tapitas jugando a tonto el primero que salude.
En resumidas cuentas, que salí de allí rezando a Musil
Notaran que, lejos de haberse vuelto mudos, hablan, pero sin elegir las palabras: son
las palabras quienes los eligen.
Menos mal que me acompaño la lúcida dama del pelo blanco y nos tomamos un café después comentando aquello otro que decía Musil también:
En el curso del tiempo, las ideas ordinarias e impersonales se refuerzan siempre a sí mismas, por lo tanto las extraordinarias se pierden con la regularidad fatal de un proceso mecánico y se vuelven mediocres, esto explica que se malgasten miles de posibilidades diferentes que tenemos delante. El hombre ordinario es muy ordinario.
Y digo yo que habrá que empezar a escuchar de otra manera, menos iliota.