lunes, 15 de diciembre de 2008

Nada puede hacernos entrar en calor

 

Yo discutía mucho con Carmen, pero me gustaba Carmen, era exceso de confianza,  tengo por ahí unos cuantos libros suyos, ¡qué casas y qué bibliotecas tenían los amigos de mi madre!, allí mismo, en la replaceta. Durante la infancia era fácil, cruzar la calle Hospital y cambiar de mundo.

Quizá, aun después de tanto convivir, y de tanto querernos y de tanto enfadarnos, decida recordar siempre a Carmen por su primer préstamo, se sintió un poco culpable, pero al final me dejó los poemas de Miguel Hernández, aunque:

-no soy partidaria, tienes mucha urgencia, creo que te pueden crear confusión 

Tenía su punto de sensatez Carmen y yo doce años. Carmen, Carmen; ya siempre seguimos ponéndonos polémicas y complicadas, pero siempre nos poníamos alegres al vernos. 

Iba con una sartén el otro día Carmen Pinilla; nos la encontramos mi hermana, mi madre y yo por lo oscuro: nos contó como se quitaba la ansiedad de haber dejado de fumar, y no iba mal.

-Carmen, ve a  nadar

-ya pero paso mucho frío 

Repetir eso se había convertido en un rezo entre nosotras. 

Siempre se llevaba a su casa a quién necesitara ayuda, todos los pobres y los dementes tuvieron cariño en aquel patio de hortensias; eran gigantes las hortensias de Carmen, y nos daba chitos todos los años. Tenía un perro y paseaba por el río y pintaba; el pasillo de esta casa está lleno de cuadros suyos. Y siempre eran dos, Carmen y Paca, su madre. 

A Carmen la ha degollado esta tarde Miguel, su hermano. 

Paca, su madre, está en el hospital. Mi madre repite por teléfono, como si fuera el guardia de seguridad de la salud mental, que no se trata de desahogarse con insultos, que Miguel es un enfermo. Mi madre puede dirigir la circulación mental de mucha gente en situaciones de urgencia. Mi tía Enma está con Paca, que es consciente de lo que ha ocurrido. Esto no es un relato, aunque aún sea increíble. 

Yo necesitaba, no escribirlo, sino releerlo, para empezar a creerlo. 

¡Y pensar en todo lo que no había sucedido, todavía, a las cuatro de la tarde!

Estamos todos muertos de frío.

p.d. Los motivos de la discusión se desconocen, dice la noticia, y no se desconocen, se esconden, se enmascaran, no se asumen, y son una de las mayores causas de muertes violentas en el mundo: las enfermedades mentales mezcladas con alcohol, una pesadilla cotidiana que mata, algunas veces de verdad, siempre y a demasiada gente, a veces cercana, todos los días, de miedo.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Marta, lo cuentas tan bien, que creí al principio que se trataba de una de tus historias. Después, antes de ver el enlace, he recordado que ayer había oído esta noticia y que, por alguna extraña causa (extraña por lo acostumbrados a que resbalen todos los días noticias como ésta) me había llamado la atención. Cosas tal vez de la sincronía.
En cualquier caso es completamente comprensible tu incredulidad, "estas cosas pasan, pero no a nosotros, no tan cerca..."

Un gran abrazo.

Anónimo dijo...

muñeca, tenemos que preparar nuestro finde, comenzará el viernes'????
dile a nacho que si podemos pedir asilo en su casa
: DD

santón

Araceli Esteves dijo...

Ostras, qué bien contada la tragedia, tan terrible...Después de leerte, Carmen ya no es para mí otra víctima anónima.Hablarnos de ella, humanizar la noticia es un buen homenaje que le haces y que sin duda merecía.Un abrazo, todo lo cálido que me permite este día frío y lluvioso.

Anónimo dijo...

"Solo muere lo que se olvida".. Ella ha dejado demasiadas señales para recordarla.. estará en una buena taza de café y no menos buena conversación, en la pincelada de un cuadro,en un paseo hacia ninguna parte, en un gesto de generosidad, en la Paz de una palabra, en una débil mirada..

Gracias por haber sido alguien tan
especial como Tú eras.


Cristina

Marta Sanuy dijo...

Gracias chicas. Tragedias tan gordas no se pueden digerir, simplemente.

Gracias Cris,paseos y café bien pronto. Siempre amonestandote porqeu no asistes a las reuniones de la tribu y hoy voy a ser yo la que falta. Un abrazo, y no creas, que me ves con buenos ojos es.

Anónimo dijo...

Me ericé.

abrazos...ABRAZOS.

Carmela

Jesús Alonso dijo...

Cuando me enteré de la noticia pensé en tí, pero luego se me olvidó. Supuese que tocaría de cerca, pero no tanto. ¡Y pensar en todo lo que no había sucedido, todavía, a las cuatro de la tarde!