lunes, 14 de julio de 2008

¿Menosprecio de corte y alabanza de aldea?



El pueblo de al lado está a tres kilómetros por el camino, mi padre es de allí, ellos no son un pueblo, llevan toda la vida repitiendo que son barrio: pertenecen a la capital (aunque nosotros estamos más cerca) Ellos no son agrícolas, siempre fueron industriales, más glamurosos. Ellos no tienen historia, como su propio nombre indica: Casetas. Octavus es de fundación romana. Los dos lugares tuvieron durante muchos años el mismo censo de habitantes: 2500, y se dedicaron a simbolizar dos mundos irreconciliables. Luego llegó nuestro gobernador de fuelles y paraguas, Pascual, y desfizo el entuerto. Ahora en Utebo hay 16.000 almas y los caseteros siguen igual.

¿Por qué les ha sucedido esto?, se preguntan cuando tienen que agachar las orejas y venir a nuestro teatro, a nuestra sauna y a nuestro restaurante chino y han tenido que dejar de llamarnos pueblerinos al unísono.

Pues yo lo sé. Por el reloj. Por ese reloj parado a las cuatro y veinte desde hace treinta años que tienen en medio del pueblo (perdón; barrio). Como soy un hibrido colaboro con el enemigo y (eh Juana) llevaba años advirtiendo:

-Hasta que no pongáis el reloj en marcha aquí no va a pasar nada.

La semana pasada me llamó el señor Almenara: esta semana van a dejar se ser las cuatro y veinte en Casetas y tenemos que celebrarlo. ¡Por fin!. Digo yo que me he ganado una cena.

3 comentarios:

Miguel Baquero dijo...

Qué bonito suena eso de gobernador de fuelles y paraguas. ¿A qué te refieres?

Marta Sanuy dijo...

Bueno Pascual es el alcalde.

Lo de gobernador de fuelles y paraguas es de mi madre, ¡y es buenísimo!, creo, sé, que se refiere a quién cambia algo sin siquiera conocerlo, a quien maneja el aire con ballestas.

beatus_ille dijo...

Si se hubiera quedado por lo menos en las 4 y 10...
jajajaja


sabes que yo fui casetera antes que octaviana? pozí, ya te contaré

no conocía lo de ese reloj, mola la anécdota, sí