martes, 15 de julio de 2008

¡Arriad el foque!





Acabo de encontrar este cuento y seguro que lo he encontrado para una chica que está maquetando el mar para el número especial y que siempre anda bien pertrechada entre diccionarios, contra los naufragios.

(como desagravio por el plantón en el desayuno virtual)

¡Arriad el foque!

¡Arriad el foque!, ordena el capitán. ¡Arriad el foque!, repite el segundo. ¡Orzad a estribor!, grita el capitán. ¡Orzad a estribor!, repite el segundo. ¡Cuidado con el bauprés!, grita el capitán. ¡El bauprés!, repite el segundo. ¡Abatid el palo de mesana!, grita el capitán. ¡El palo de mesana!, repite el segundo. Entre tanto, la tormenta arrecia y lo marineros corremos de un lado a otro de la cubierta, desconcertados. Si no encontramos pronto un diccionario, nos vamos a pique sin remedio

Ana María Shua

3 comentarios:

beatus_ille dijo...

jajajaja
qué bueno, me he reido, y me venía muy bien una risa de estas


gracias, aquí sigo, he pasado del mediterráneo a los siete mares varias veces, ya estoy empapada!!!!

; D

Bárbara dijo...

Hace poco pasé un fin de semana en un velero y el capitán, que organiza una salida al año sólo para chicas, a cual más urbana, se pasó la travesía hablando en un lenguaje extraño. En sólo una ocasión trató de pedirnos ayuda, a nosotras, analfabetas marinas, pero le fue más difícil explicarnos que la palabreja en cuestión aludía con precisión al cabo rojo. No al vede ni al negro sino al rojo. Con precisión y urgencia. Eché tanto de menos haber llevado un diccionario en lugar de tanto pareo florido y tanta pamela...
Cuánta verdad en este cuento. También en la vida diaria hay que agarrarse fuerte al diccionario para no naufragar.

Antonio dijo...

Ja ja ja.

Mejor que un diccionario les vendría aprender de García Márquez en su obra de los habitantes del pueblo atacado de amnesia, y que rotularon todas las cosas con sus nombres: "cuchara", "puerta", "calle", "libro", "zapato"... para lograr seguir entendiéndose.

Un barco bien señalizado, ja ja.

Saludos.