viernes, 9 de mayo de 2008

Mis inexplicables cambios de domicilio



¡Estoy tan harta de contarlo!. Lo voy a contar por última vez (aunque en Punta Umbría me salió una versión humorística medio decente).

Hace unas cuantas noches mi hermana aparcó en el garaje de su casa sobre las dos y media de la mañana, se encontró con alguien y lo saludó, a pesar de que en su casa solo hay unos veinte vecinos cuando no tienes miedo, pues ni te extrañas (tiempo de ventaja) ¡Cual seria su sorpresa cuando aquel individuo, al que acababa de dar las amablemente las buenas noches, empezó a empujarla! La obligó a subir al coche y a salir del garaje, mientras ella no paraba de insistir con darle el bolso

-Llevaba treinta céntimos -me contó un rato después- así que tampoco podía yo hacerme la fuerte: vamos al cajero, le propuse, y te doy lo que haya.

Y el tipo que no cogía el bolso

Dice Mapi que le daba tiempo a pensarlo todo. Que al final de su calle ya estaba preparada para reaccionar y había calculado que eran uno contra uno, no había visto navajas, por ejemplo (éramos animales midiéndonos la peligrosidad, dijo) Nada más volver hacia la avenida empezó a empujarla, le dió una bofetada y le dijó que se metiera en un descampado.

-Entonces fue cuando me oía pensar más fuerte. Esto va a ser una violación pensé. Ah, pues no. En ese momento nos adelantó otro coche porque yo iba despacio y él se puso más agresivo: no los mires, me gritaba.

-Y eso de no me preguntes cómo ni de coña, yo estaba pensando clarito todo el rato e intentando pillarle la ventaja. Pensé por ejemplo: Me tengo que llevar la llave del coche, no solo salir corriendo, si me persigue con el coche estoy perdida. Y eso hice. Di un volantazo, saqué la llave y nos pusimos a correr los dos.

Encontró a un chico por la avenida, pero al ver que ella llegaba corriendo y pedía auxilio el otro echó a correr a su vez. Hasta que paro porque esa chica además de correr ¡recordó milagrosamente su nombre!¡habían ido juntos a la escuela!. Dice que decidió agarrarse a él y se sintió salvada.

Todo esto sin mirar atrás ni un momento.

-La primera tontería que pensé fue, ¡no se nos va a llevar al los dos! Y me dio risa.

Luego llego la guardia civil y le dijeron que no la podían llevar a casa porque no podía subir en un coche oficial.

-Entonces ya estaba más nerviosa, creo que les dije que si era necesario les daba una hostia para que me detuviera por agresión, pero que yo no me iba ni sola ni conduciendo a casa.

Ayer paso la rueda de reconocimiento y ¡lo reconoció!, vive en los pisos de enfrente. Puso denuncia pero ¿de qué se le acusa?. En realidad no le hizo nada, o poco.

El enemigo se nos ha colado. Ahora tiene miedo y me he ido a su casa. Pero si cuento todo esto es porque hay algo que tiene más interés. Mapi insiste: no tuve miedo entonces. Y por eso reaccionó. Y eso no es así nomas. El miedo es olorosísimo. Ya os lo he contado a los íntimos muchas veces. Mi madre nos educó contra el miedo. Se puede educar a favor.

Yo no tengo miedo de que vuelva, tengo miedo pero por él, es más, espero que no nos lo encontremos una de estas noches estando juntas. Porque después de trastocarnos tanto la biografía (otra vez vivir juntas ¡noooooooooo!, iré a dormir solo) va a oír cuatro cosas sensatas.

Vuelta a la jardinería. Ese pedacito es fruto de mis cuidados pero lo quería dejar. Porque esto de cuidar terraza en casa ajena es mucho curro.

3 comentarios:

La gata dijo...

Vaya par de ovarios tiene tu hermana. Olé. ¿Cómo que no se le puede acusar de nada? La obligación a hacerte entrar en el coche no es nada? Y pretender que te metas en un descampado?

Anónimo dijo...

Vaya, tuvo suerte y valentí, pero no sirmpre suelen ser así. es una lástima que la justicia se quede tarn corta para ciertos casos. Me gusta tu blog, es curioso de clasificar, me gusta.

Laura M Fdez. dijo...

A una amiga le sucedió algo parecido abriendo el portal a un supuesto vecino que llegaba haciendo como que hablaba con el móvil. A ella le salvó la derrota de verse de nuevo en una situación de ese calibre. El cabrón se debió apiadar de una niña que repetía llorando "otra vez no, otra vez no" y apenas tenía fuerzas para defenderse. Qué mierda ser el "sexo débil"! y OLÉ! por tu hermana por luchar y conseguirlo, aunque luego la "justicia" nunca esté de nuestro lado.
Soy Laura de Edita al final no terminamos la conversación pero como bien dices así es Edita... te tengo localizada y le echaré un ojo a lo que me dijiste del caleidoscopio en cuanto organice todos los proyectos que me he traido de Punta. Un beso muy fuerte y gracias por los ánimos.