jueves, 17 de mayo de 2018

Por los andamios de las flores pajareará tu alma colmenera.




Me he levantado pensando que tenía que  contarle su hermoso funeral. Pero como dice Coro, estamos muy adoloridas y no he sacado fuerza.

Yo leí esto, lo mismo que leí cuando murió mi madre. Porque a las dos me las encuentro ahí, ellas, que me sonrieron y se sonrieron tanto, toda la vida

Una sonrisa que no termina.
Una sonrisa que sabe terminar admirablemente.
La sonrisa se agranda como la noche
y los ojos se reducen a una pequeña piedra
escondida. Calidad de un mineral
que se guarda en un paño de aceite
milenario. Saber reírse y dar la mano.
Las pausas y los hallazgos de la risa
transcurren con la sencillez de una silla pompeyana
La mano ofrece la brevedad del rocío
y el rocío queda como la arena tibia del recuerdo.
Ofrecerá así siempre la sencillez compleja de la risa
y el acuoso laberinto de su mano en el sueño.

Lezama Lima


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