martes, 6 de febrero de 2018

Ya era tarde y he decidido volver a las clases de Margaritte Duras.




"—Le he dicho que era preciso verlo.
Que hacia el mediodía el silencio que hay en Atenas es tal… con el calor aumentando…
La ciudad se vacía a la hora de la siesta, cerrada como la noche…
… que había que asistir al crecimiento del silencio…
Me acuerdo, le dije: poco a poco uno se pregunta lo que ocurre, esa desaparición del sonido con la subida del sol…
Entonces llega el miedo. No a la noche, sino como un miedo a la noche en la claridad. El silencio de la noche a pleno sol. El sol en el cenit y el silencio de la noche. El silencio en el centro del cielo y el silencio de la noche.
Cuando los demás llegaron, casi a las dos de la tarde, volvimos a bajar hacia la ciudad, Atenas, y luego nada más pasó.
Nada.
Nada más que siempre, en todas partes, esa carencia de amar.
—En el Museo cívico de Atenas, la tarde del día siguiente…
—Ah, sí… es cierto… lo había olvidado… mire lo que son las cosas…
… y luego le había hablado de la otra historia, de las otras personas…
—Es sábado. A la noche. En primavera.
Es casi el comienzo del verano. En el mes de junio.
El hombre de la historia trabaja.
Cubre el horario nocturno de un centro de telecomunicaciones.
Se aburre.
París vacía. La primavera. Un sábado. Tiene veinticinco años. Solo.
Tiene algunos números de conexión con el abismo telefónico. Los marca. Dos números. Tres números.
—Y luego ya está.
Aquí está ella.

Estamos en 1973.
En aquella época de su vida llevaba un diario y dice que anotó muchas cosas. Pero que después no. Dejó de hacerlo. Dejó de hacerlo poco después de que ella comenzara la historia, la historia de amor.
Historia sin imágenes.
Historia de imágenes negras.
Entonces, empieza ella.

Ella le habla por teléfono al mismo tiempo que él en el espacio y en el tiempo.
Se hablan.
Hablan.
—Se describen. Ella dice que es una joven de pelo negro. Largo.
—Él dice que también es joven, rubio, con ojos muy azules, alto, casi delgado, hermoso.
—Ella le cuenta lo que hace. Primero le dice que trabaja en una fábrica. Otra vez le dice que regresa de China. Le cuenta un viaje a China.
—Y en otra ocasión le dice que estudia medicina, con el propósito de incorporarse a los Médicos sin Fronteras.
—Pareciera que ella se atuvo en adelante a esta versión. Que ya no cambió nada. Que nunca hubiese dicho otra cosa que esto: que terminaba su carrera de medicina, que era residente de un hospital de París.
—Él dice que ella habla muy bien. Con facilidad. Que no es posible evitar escucharla.
Creerla."

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