lunes, 18 de diciembre de 2017

Colina de Filopapo








Nunca estuvimos aquí.
La colina no te conoce.
Tu paso no quedó marcado
en ninguna pequeña subida
ni en las suaves bajadas
suena la risa de tu premura.
Tampoco estás inscrito
en las verdes palabras de amor:
en las hojas carnosas de los cactos.
Llenas están de pequeñas cuchilladas de nombres
que no llegan a profundidad
y cierran fácilmente,
Elsi – Dimitris
y flecha.
Y más nombres que pasaron
con una pena duradera.
En la mayoría
el guión de unión entre ellos
ya se ha encorado, se ha borrado.
Y se desconectó el entonces.
Soplan juramentos detrás de las matas
y piedras resbalan.
Amores que suben,
amores que deslizan.
La tarde siente
una apatía fragante
y todo lo que es tristeza
parece sosiego de follaje.
Los cuerpos de los perfumes
con pesadez abren y cierran sus alas,
con pesadez ignoran:
ninguno huele a desaparición.
¿Dónde estás?
Algo apena a las adelfas amargas
más que su nombre.
¿Dónde estás?
Pero nunca estuvimos aquí.
La colina no te conoce.
Pues me ahorro las asociaciones.
Y así puedo quedar
a la altura de una neutralidad contempladora
para gozar sin molestias
ese ocaso canalla.

Kiki Dimoula
Traducción Vicky Rouska

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