miércoles, 28 de octubre de 2015

Buscaba algo que decía Juan Larrea y él se ha puesto a jugar al escondite y a decirme: cópiame






No era mi propósito competir con los satélites siderales de las grandes potencias, cabalgando sobre Clavileño, cuando en 1967 empecé a escribir las páginas de este libro al acicate de una intervención extranjera. Pero por sus derivaciones naturales, ellas mismas me condujeron a un punto en que las anteriores y otras preguntas no menos provocativas se hicieron dueñas de mi mesa de trabajo. He de concederles la palabra:



Nuestras vidas de individuos y de grupos humanos ¿no han de tener en el mundo que se entreabre algún sentido trascendente?¿Se ha de reducir nuestro paso por la vida y no sólo el nuestro, sino el de la Humanidad entera, a hacerlo en términos de nacer, crecer, existir pseudoengendrando, disputándonos sobre infinitesimalidades en expresiones que por lo pretenciosamente estulto pueden parecer de comadrejas, sobre todo, si se los compulsa con la infinita majestad y complejidad del Cosmos?¿Todas nuestras excelencias consistirían en defendernos y defender nuestras ilusiones, como vestimentarias, contra la resaca del tiempo, a la espera de ser arrojados al hoyo envueltos o no en latines o en cualquier idioma muerto, para que otros prosigan nuestro ir y venir, esquivando el tráfico, hablando y requetehablando en lenguas de hojarasca otoñifera... y así sucesivamente?¿Toda nuestra satisfacción, independientemente de las sensuales que en realidad nos domestican, se reducirá a saber que contribuimos con el sudor de nuestras frentes y angustias a la creación de un Leviatán Todopoderoso que a todos nos torne felices metiéndonos materialmente en cintura? Ante tan envilecida situación ¿no existiran ni subter ni superfugios?



Juan Larrea 

César Vallejo y el Surrealismo
Visor Libros

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me he encontrado con Juan Larrea y tengo que decir que he percibido un hacer muy cercano; como si me hubiera encontrado con un astro cuya órbita se me pareciese en alguno de los anillos concéntricos que se originan en mis arrugas, y se expanden hacia un lugar en el que otros me tienden la mano sin saber aún quién soy.

Marta Sanuy dijo...

Me alegro muchísimo, Marcos. Vas a disfrutar Versión Celeste. Seguro.