martes, 7 de julio de 2015

Alergia a los jueces de secano.


Miguel Angel Gil Andaluz


Pocas declaraciones me parecen más soeces  que las de los que exclaman:

-Lo perdonaré si me pide disculpas.

Hoy lo decía María Kodama refiriéndose a  Katchadjian en Clarín y me ha recorrido un escalofrío. Claro que es peor cuando lo dice alguien conocido y resulta infernal cuando lo dice alguien querido porque, casi automáticamente, deja de serlo. Querer que te pidan disculpas es solicitar un gesto de humillación para constatar que eres el vencedor y tienes el poder y  ¡ ¡ ¡ la razón!!!  sólo si humillas tanto como crees que te humillaron podrás descansar .  Me interesa el concepto de perdón en un caso, cuando se empareja con el de entendimiendo y es un proceso íntimo y silencioso. Cuando se "entiende" no hacen falta ritos confrontativos.  Si el otro es alguien cruel, por lo tanto ininteligible, no hay que perdonar; hay que condenar, apartarlo y olvidarse. 

Estuvo bien desatinado Borges buscando pareja, con lo listo que era para otras cosas.




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