lunes, 8 de septiembre de 2014

Un domingo con mi hermana



Ayer, después de comer, cuando Matías se fue a dormir, Mapi y yo bajamos las persianas, pusimos la refrigeración, bebimos cerveza y logramos un círculo imantado del que entraban y salían quienes nosotras queríamos. Llamó la Boti sin interrumpirnos, le hicimos mil preguntas, también llamámos a la tía Aurora ,y a Marí Cruz.

Un poco antes habíamos estado pensando en el reparto de sus cosas queridas entre quienes la querían. No llegan, claro. Ni mi padre puede creer hasta que punto nos enseñó a no desear nada material. Pero yo donde la encuentro con más rapidez es en su perla japonesa,esos mil matices del blanco son mi primer recuerdo. Sólo lo entendió bien Mapi, que se ha quedado con los pendientes.

Luego vino a visitarnos una prima lejana, la que relata las lavadoras que ha puesto y es como su abuela. Nos sustituyeron los mayores pronto. No podemos oír otra vez el relato chato de la muerte de la Arse, nos fuimos chutando a la cocina. Ella ya sabía que éramos unas asquerosas.

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