domingo, 4 de mayo de 2014

Sunil Gangopadhyay

 

  Vladimir Markovic

 

Antes de eso, antes de eso

Del dedo de mi mano derecha cuelga

un hilo azul
del cual se haría la bandera triunfante del paraíso
Pero sin duda no es hora todavía
Antes de eso, el silbido del pájaro doyel

debe posarse en mis labios

para cada revelación
Antes de eso, amor en las casas de pólvora
Antes de eso, antes de eso, antes de eso...

El río sabe

A la orilla del río solitario permanece

una camisa azul de algún infeliz
No hay nadie, ni la clara luz del día
Es un día vacío lleno de sombra
¿Dónde se ha ido ese hombre?

¿Entro en el agua, de repente,
buscando un infierno que cubre su corazón?
¿O acaso esté acostado
en el adornado silencio del bosque?
Sobre su cuerpo se han marchitado

algunas hojas
Los infelices nunca dejan las huellas

de los pasos andados
Pero al borde del río, este enjambre de hilos azules

parece la fábula real de alguna vida
Como si la esencia de unos cuantos alientos,
la vanidad de un reino perdido, una carta desazonada
fueran mías, pues fui yo quien algún día
aquí se ahogó en silencio; el río sabe.

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