domingo, 13 de abril de 2014

Hacia el neolítico ilustrado






Claudia Lindner

De-espacio vamos bien Martita, me decía yo, y siempre me acordaba de que Aurora Egido había dicho en clase que ella quería ir al limbo pero lo habían quitado en el Concilio Vaticano Segundo.

De espacios vamos bien, me decía desde que apareció El Molino. Me había pegado la vida pasando nostalgia del campo. (Pobre Roberto, que es un cosmopolita, yo quería vivir en aquel terreno que tenían sus padres, lujo era una acequia y fuego. Siempre tuvo más paciencia conmigo que un santo, llegaba este tiempo y hasta terminado septiembre me lo llevaba arrastras a la ponderosa)

Rebobino, que de espacio voy bien. Me siento muy afortunada por haber encontrado mi lugar en el mundo pronto y compartir lugares tan importantes como el Romeral. El problema serio era entender el tiempo. La única pista que tenía es aquello que dice mi madre de que debería haber nacido hace cien años, cifra que duplicó el día que llegó al molino:

-Cien años es una minucia, tu hija debería haber nacido hace doscientos años Matías-recitó- mientras estemos aquí vamos a ser coherentes, viviremos como antaño, ella manda que es la mayor.

Leyendo El naufragio del hombre y recordando esas cosas de la Arse he descubierto también, por fin, en qué tiempo quiero vivir: en el neolítico ilustrado.

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