viernes, 6 de septiembre de 2013

Desayunos, visitas y puertas.




Dedico las mañanas a buscar, siempre leo y releo subrayados durante el desayuno. Nunca sé de antemano con quién voy a tomar café ni qué es eso tan importante que quiere decirme. Hoy ha venido Franz Kafka.

A veces tengo la impresión de que tenemos una habitación con dos puertas enfrentadas y cada uno de nosotros empuña el picaporte de una de ellas. Basta un pestañeo de uno para que el otro desaparezca detrás de su puerta. Y el primero apenas si alcanza a pronunciar una palabra cuando el segundo ya ha echado cerrojo y se pierde de vista. Volverá a abrir su puerta, porque se trata de una habitación que quizá no pueda abandonarse. Si el primero no fuera exactamente igual al segundo, si fuera sereno, preferiría no mirar en dirección al otro, ordenaría la habitación sin prisa, como si fuera una habitación cualquiera. Pero en lugar de eso, hace lo mismo con su puerta, a veces ambos cierran las puertas a la vez y la hermosa habitación queda desierta.

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