jueves, 6 de junio de 2013

Y Musil diciendo cópiame

Sarolta Bán


Un paisano tiene por lo menos nueve caracteres: carácter profesional, nacional, estatal, de clase, geográfico, sexual, consciente, inconsciente y quizá todavía otro carácter privado: él los une todos en sí, pero ellos lo descomponen, y él no es sino una pequeña artesa lavada por todos estos arroyuelos que convergen en ella, y de la que otra vez se alejan para llenar con otro arroyuelo otra artesa más. Por eso tiene todo habitante de la tierra un décimo carácter y éste es la fantasía pasiva de espacios vacíos; ese décimo carácter permite al hombre todo, a excepción de una cosa: tomar en serio lo que hacen sus nueve  caracteres y lo que acontece con ellos; o sea, en otras palabras, prohíbe precisamente aquello que le podría llenar. Este espacio reconocido como difícil de describir, tiene en Italia colores y formas distintos que en Inglaterra, porque eso que se destaca en él tiene allí otra forma y otro color, y es en una y otra parte el mismo espacio vacío e invisible en cuyo interior está la realidad, como una pequeña ciudad de cajón de sastre, abandonada por la fantasía

El Hombre sin atributos
Vol I

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