miércoles, 24 de octubre de 2012

La tristeza infalible de los pies húmedos












Anoche comenté en clase que ir a nadar mientras llueve a chuzos me parece redundante. Les hizo gracia. Pero no lo intentaba. Tanta agua me provocó un estado de ánimo severo durante el fin de semana. Hasta estuve a punto de llamar a mi papa para que me viniese a buscar a la piscina. Menos mal que me di cuenta a tiempo de que tengo cuarenta y siete años:  edad de aguantar, ya y aún, fuertes chaparrones.

No fue suficiente secarme y tomarme un té hirviendo, miraba por la ventana y seguía teniendo frío. Entonces me puse tres fragmentos abrigadores de conversaciones con amigos  y casi todo se arregló.


Estiramientos:

-Perdona que hable de algo íntimo delante de desconocidos tuyos, lo hago porque  Marta es una prolongación mía y Sonia es una prolongación de Marta.

Extrañamientos llegando al límite:

-Y yo, y yo, y yo, tanto, tanto, tanto, que me traje tu chaqueta
-¿Cuál?
-La naranja, negra y granate, la de punto
-Choriza. No caigo, ¿de qué época es?

Estados parisinos.

-Quizá es que me siento sola
-No me digas eso porque si tú estás sola yo también, ¡no jodás!

3 comentarios:

Una cabeza sembrada dijo...

!Esas conversaciones entre amigos me encantan! Ponme cuarto y mitad más porque crean adicción.
¡besicos enormes!

SATSUMA dijo...

Me haces sonreír tan de mañana..!

Marta Sanuy dijo...

Chicas enormes con las que no hablo nunca.

¡Esto tiene que cambiar!

Marga, vivo en Utebo, joer.

Joaquina, caeré por Madrid el 20 0 21, el 22 no puedo, el 23 sí. Busca hueco y anota en la agenda ¿lo volvemos a intentar?

Gracias por esas cosas que me decís y que me ruborizan.

abrazazos.