sábado, 25 de agosto de 2012

Desde un viento subsahariano.



De la serie anual “Estrellas fugaces”

Partió el cielo en dos, era la estrella fugaz más grande que yo he visto, cuando me iba a poner a imaginar qué habían pedido los demás, Lord Miércoles desvió mi atención. Dijo:

-Mi deseo es tener todos los deseos.

Entonces yo cambie el mío y me pedí tener, aunque sólo sea un rato, ocho años.


Rebelión en la Porta


El pez que cuelga del atrapasueños se ha puesto a nadar y el porche ahora parece un barco que se hubiera dado la vuelta. La cuerda de tender se llena de pajaritos que rodean extrañados al pez, se echan a volar hamacas, sábanas y manteles, se balancean los lazos sueltos de la parra, se tiran del árbol varios mangos,  el agua de la manguera hierve, las flores se arriman entre ellas como si estuviesen cotorreando. Y a mi, el viento subsahariano que sopla desde anoche, me manda de una patada en el culo a la cocina que está fresca y a oscuras.



Anteayer se volvieron a ir todos.

Tatiana me trajo un vagón de abrazos, noticias radiantes sobre mi futuro inmediato, paciencia para desatar nudos e infusiones de hiperico. Enseguida cayó en las redes Caeirianas en las que lleva enredado el molino todo el verano.

Se echa de menos el silencio de  Yeray, de Zoe y de Gonzalo. La extraña familia estable de este año. El poeta, cada vez mejor poeta,  vuelve pronto a hacerme más gran compañía. Para mientras Yeray y él llenaron la casa de pegatinas.

Atención

Muchas gracias por su atención

Dice la que acabo de encontrarme en una nevera.
También encontré un poemilla vacilante entre las pinzas de tender que me llenó de alegría.


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