lunes, 10 de octubre de 2011

Dos infartos


La muerte me noquea y no me deja otra alternativa que consignarla, si no lo escribo es como si me hubiera saltado un capítulo importante.

Marqués

Íbamos a cenar todos juntos unos días después y nada más saberlo pensé que me intentaría sentar con Marqués y con Liset.

Nos reunimos antes de lo previsto, en el tanatorio, yo creo que no había llorado desde hace años con tanto berrinche como cuando habló Liset en el funeral. Andrés Marqués tenía una empresa que mandaba las remesas de los inmigrantes a sus familias, como fue la antípoda de la usura lo lloramos juntos gentes de muchos países y muchas razas. Cuando miré alrededor vi que todos estaban llorando como yo, era un lloro infantil, primario, lleno de rabia. Creo que Marqués era tan adulto que todos nos sentíamos muy niños allí.

Al final, para consolarnos como hubiera preferido consolarnos él, un saxo tocó una samba

Félix

Actualizo el país mecánicamente, con frecuencia lo actualizo y ni lo miro, pero saltó de la pantalla la foto de Félix Romeo y la noticia de su muerte que me jalaron hacia un agujero en el tiempo; de pronto él tenia veinte y yo veintitrés y estábamos en Las Fuentes. Fui rodando de imagen en imagen y caí en la cuenta de que de Félix había bastantes en mi vida. No fuimos amigos, pero con los años empezaba a aparecer algo tierno en nuestra enemistad. A los dos nos gustaba polemizar hasta el paroxismo, y las enganchadas nos devolvían furos y tímidos a toriles. Luego, cuando nos encontrábamos en los eventos literarios, nos meneábamos la cabeza y si se terciaba pasar cerca nos chinchábamos un poco. A nadie dejaba indiferente, se le extrañará.

3 comentarios:

Miguel Baquero dijo...

Es frase hecha, pero siempre se van antes los mejores

José María dijo...

Me parece que, por lo que respecta a Félix Romeo, no es el caso.
Ni era el mejor en literatura, eso por descontado, ni concebía la crítica como otra cosa que un capazo de datos inermes, apabullantes.
En cuanto a su capacidad para las relaciones amistosas (o algo parecido), no la pongo en duda. A la vista está su exitosa carrera televisiva y periodística.
Está claro que un día decidió vivir de la literatura, al menos según el concepto que tenía de ella, y lo consiguió. No se le puede negar una gran capacidad de manejar las "public relations". Con el asunto de la cárcel y la insumisión, por ejemplo.
En fin, cualquiera, yo mismo, sentirá su muerte, más a esa edad, pero los panegíricos leídos esta semana han estado entre lo grotesco y la simple falsedad.

Marta Sanuy dijo...

A mi me gusta meterles el escarapelo a las frases hechas Miguel. Esa la argumentaban con sensatez no sé si Semprún o Primo Levi refiriéndose a los campos de concentración en los que seguro que caían antes los más sensibles.

A mi alrededor a la gente le ha dado por morirse y se mueren buenos, malos y regulares sin talento.

José Marí los ataques laudatorios en los funerales repiten siempre las mismas frases, y no importa su veracidad, no sólo con Felix, también con Jobs hemos asistido a un boom del género.
Ante la repetición la exactitud y el sentido sucumben rapidito
Es como con el tiempo, ¡pues no me dijo un tipo que los aguacates iban con retraso por la sequía y este año ha llovido como no había llovido desde hacía cincuenta años! Claro que él llevaba cincuenta años diciendo que no llovía, así que se entiende su resistencia a cambiar de frase.

a todo esto ¿de qué estábamos hablando?

abrazos a los dos