miércoles, 21 de septiembre de 2011

Entrada 1001, sobre el presente, el pasado y el futuro, para inaugurar el otoño.


Estaba buscando cuentos del pasado en los que se preludie el futuro, nuestro presente, y he encontrado uno de Ambrose Bierce, El amo de Moxon, en el que el narrador describe, perplejo, a un hombre jugando al ajedrez con un robot.

El único error de su premonición es el tamaño, sucede; la aparición de la electrónica provocó un repentino envejecimiento de los robots: ¿quién va a querer que un robot le abra la puerta si puede abrirla con una célula fotoeléctrica?

Hay cuentos que crecen alrededor de una sola frase:

La conciencia es hija del ritmo

Es desde la que se gestó éste.

Es lo primero que he leído por la mañana y la afirmación me ha dejado feliz y pensativa:

La poesía también es hija del ritmo, según Larrea.

Por lo tanto la conciencia y la poesía son hermanas, y no paran.


5 comentarios:

Miguel Baquero dijo...

No hace mucho leí (y lo creo, lo creo) que la capacidad de versificar de cada uno, o de hacer frases en prosa, tiene mucho que ver con su ritmo de respiración.

Jesús Alonso dijo...

Me alegra conocer ese parentesco.

Marta Sanuy dijo...

Proust, Lezama, José Martí, Dickens, Dylan Thomas, algo debe haber Miguel.

Parece un buen parentesco, habrá que observarlo.

Ester dijo...

Qué lúcida observación, Marta. Qué curioso lo de la respiración, Miguel, yo tengo asma (lo dice el médico, pero nunca le he creído del todo)+

Marta Sanuy dijo...

yo algo sospechaba Ester