domingo, 26 de junio de 2011

Un paseo matinal


Lleva zapatillas de deporte, rojas, y uno de esos pantalones claros, un poco elegantes, pero poco, camina deprisa, como los rayos, y de vez en cuando exclama.

-Qué gusto respirar. Qué rico aire.

Hoy no tocaba río por la mosca negra y porque ella prefiere los parques, es una cosmopolita.

-Es que en el río te encuentras a los de siempre, una cuadrilla de cotillas. Y en el río abundan esos grupos siniestros de mujeres de luto que caminan de dos en dos, y encima las tengo que saludar a todas. Aquí hay más vida, yo disfruto hablando con desconocidos. ¡Estoy harta de lo de siempre!

-Pues yo prefiero el río.

-Por cierto, que salí a pasear la otra noche con M y ¡qué aburrimiento! Mejor dicho ¡qué pena! sólo hablamos de lo que tenía para comer al día siguiente y de su padre. Qué pena de gente, tan joven, viviendo en tiempos interesantes que dices tú, y tan abúlicos.

Hoy quería enseñarme algo y aún iba más deprisa

-Ya lo verás, no seas impaciente.

Me he rezagado para comprar el pan y cuando he llegado al punto del descubrimiento ya estaba pedaleando en un aparato enorme y preguntando, preguntando y preguntando a una pareja joven de brasileños a los que se les caía la baba mientras ella hablaba con conocimiento y entusiasmo de los logros de Lula, de los asesinatos en la Amazonía, de Dilma Roussef.

No ha logrado que me subiera a ninguno de aquellos gimnásticos aparatos que tanto la han entusiasmado, pero me ha hecho mucha ilusión que tenga tanta energía y tanta curiosidad como si fuera mi hija, y que sea mi madre.

3 comentarios:

Meme Vergara dijo...

Marta, que lindo contas este paseo matinal, hasta me parece pasear con ustedes.

Besos.

Ester dijo...

Qué ímpetu tiene tu mamá gata!

Miguel Baquero dijo...

Es que ya lo decía Picasso, me parece, que la juventud y la vejez son estados mentales