martes, 10 de mayo de 2011

Expedición a un cementerio y el libre albedrío

Quizá lo más importante es decidir qué se va a contar, por eso me bloquea que los motivos se impongan. Escribir es también crearse una buena neurosis, pero elegida.

Temía la persecución desde que mi madre dijo:

-Vamos a llevar a tu tía Aurora al cementerio de T (1)

Supe enseguida que una expedición a tal lugar, un día de tanto aire ¡y con esas tres! no iba a caer en saco roto.

Y estos días me hubiera apetecido hablar de las chicas: de las sobrinas, las hijas de los amigos, las amigas y la hijastra, ese montón de mujeres jovencísimas y comprometidas que no paran de hacer y de cambiar el mundo: Inés, Amanda, Ester, Sara, Nerea, Taida. Se me cae la baba cuando pasan por casa a pensar en voz alta y me involucran en sus proyectos. O del escaparate que estoy pensando para la Pantera Rosa ¡creo que estoy cociendo un brebaje textual! o del libro que estoy leyendo “Literatura y periodismo” de Albert Chillón, o de las noches de juerga que terminaban cantando "ay abeja reina", o del ataque paralizante seguido de un subidón de tensión con trombo después de ver Inside Job, leer las cifras de los diez hombres más ricos del planeta, y concluir otra vez que este es el más absurdo de los mundos posibles, o de las sesión de cine árabe con mi hermana, o de una tarde de whiskies (bebida que no entiendo) con el maestro. Incluso aquella historia que me contó Blanca del artista que no pudo montar la exposición porque la consideraron una instalación eléctrica y tenía que pagar varios epígrafes como industrial, hubiera podido contar. Hasta me hubiera gustado hablar de la plaza ¡cómo gritan en esa plaza!

Mas no.

La expedición del viernes con las Aina me ruge ¡qué me cuentes!

(1)No seré yo quién vuelva a identificar una localidad, son aún más susceptibles que los individuos,

6 comentarios:

Ester dijo...

Y bien? cuándo lo cuentas? Que estoy deseándolo.

Marta Sanuy dijo...

he recibido una severa amonestación por costumbrista y aun se me han quitado más las ganas.

ya andaba silenciosa y meditabunda, me toca carta de ajuste, cualquier día me suelto una mano.

merci y besicos cielo.

paulafigols dijo...

(Esperando la historia de la expedición sacrosanta). Tuve a Albert Chillón de profesor en la Autónoma de Barcelona, me encantó, me leí y subrayé su libro “Literatura y periodismo”, lo perdí, o es que en realidad me lo habían prestado porque no me llegaba para comprarlo y tuve que devolverlo. Me encantaría volver a leerlo. Da para mucho debate: en realidad, ¿son tan diferentes la literatura y el periodismo?

Marta Sanuy dijo...

Bueno el Chillón Paula, yo también estoy subraya que te subraya.
No son tan diferentes literatura y periodismo pero, como dice Chillón, estamos intoxicados por el término objetividad, identificamos literatura con ficción exclusivamente, y escribimos un periodismo de corta, pega y repite que no es desde luego literario.

Así están las cosas, habrá que intentar cambiarlas.
¡Esta semana síiiiiiiiiiiiiiiiiiii comemos juntas! pon día.

Jesús Alonso dijo...

Cuenta. Yo tampoco entiendo los whiskies, pero conocí a un tipo que cuando tomaba uno se convertía en otro y ese otro quería tomar otro.

Marta Sanuy dijo...

yo conozco a una tipa que le pasa lo mismo que al tipo que tú conoces, qué coincidencia.