Ya me gustaría que la pregunta de hoy fuera mía, pero es de Jules Renard.
La recordé leyendo la última novela de Luis Landero, Retrato de un hombre inmaduro, cuando dice:
Mi voz era serena y mi dicción muy castellana. No sé, me expresaba con tanto esmero que notaba como el habla se iba manchando de escritura
La historia de la literatura podría ser también la de las elásticas distancias entre el lenguaje que se dice y el que se escribe, ya que comparten tantos territorios: ambos narran, los dos informan y organizan...
A las buenas preguntas enseguida les salen un montón de hijuelos: ¿Son o no son lo mismo nuestras historias y las de las novelas y los cuentos que leemos?
En el magnifico libro Las Semanas en el Jardín decía Rafael Sánchez Ferlosio
Hay que advertir, en este punto, que el sistema gramatical de la narración -sistema mucho más cuajado y especializado de cuanto a primera vista pudiera parecer- no es, en modo alguno, y cualesquiera que puedan ser su origen y consagración, patrimonio exclusivo de los literatos, sino que pertenece enteramente a los dipositivos funcionales de la lengua común: a todo hablante le es dado ponerse en la singular actitud del narrador, de manera que acierte sin vacilación alguna con los mecanismos gramaticales específicos que le corresponden-otra cosa será que, además de esto, tenga el don de usarlos con gracia y el arte que no a todos son concedidos por igual en este mundo
P.D. Borges quería quitarle importancia a Ramón Gómez de la Serna diciendo que sólo le había puesto el nombre a las gregerías, que inventarlas las había inventado Jules Renard.
Imagen Atsuko Arai, que ya la puse aquí el primer día pero es que ésto es para otro sitio y hay cosas con las que vale repetir
5 comentarios:
me gusta ese afan de preguntarse, dime, ¿qué importa más, la pregunta o la respuesta?
un beso
son
pues siempre la pregunta niña,
¿Qué dudas tienes?
Yo siempre con Ferlosio, cualquiera le discute algo con sus razones y su lucida perserverancia.
Por eso, como no me dejan hablar, he decidido volver a escribir. Un beso, guapa.
El anónimo era yo, Lamia. Se me ha ido el dedo sin la firma. Lo siento.
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