En realidad son improvisaciones absurdas, ensayadas toda una vida, que unas pocas veces salen bien y otras poquísimas veces encuentran espectadores atentos. Pero compensa.
Estábamos tomando vermout con buen público y mi padre me dijo:
-Marta ¿te puedo hacer una pregunta?
-Si papa, pero por favor que no sea difícil.
¡Cómo lo conoce!, apostilló un espectador.
-Fácil: ¿tú qué piensas de la sombra?
Y ahí me dejó, intentando improvisar un rato, diciendo chorradas como que la sombra a veces nos precede, sudando tiempo aunque sabía que no me iba a dejar tirada, ¡pero mira que aguanta!.
Ese espectador, estupendo colaborador, un amigo mío que acababa de conocerlo, para ayudarme mencionó hasta la caverna de Platón.
Casi se va la representación al garete, porque le hacía falta más silencio, hasta que no huele bien tersa la atmósfera Matías no sigue.
-No, yo no lo preguntaba en ese sentido, ni me he acordado de Freud siquiera, y sobre todo no quiero insinuar que tengas traumas, ni problemas de personalidad, pero hace veinticinco años que te veo aparcar al sol en verano y me sorprende. Tú sabrás
Dijo señalando mi coche.
En la foto está con mi hermana, ella y la atmósfera, y hasta la perra, tienen la cara de cuando nos acaba de hacer una pregunta difícil.
1 comentario:
¡Genial tu padre Marta! Mira para consolarle dile que tienes una amiga que todos los días madruga una hora de más para llegar antes de que los siete únicas plazas con sombra se ocupen.
Un beso, Miriam G.
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