Y yo no sé si somos aventureros cuerdos, ni siquiera si la aventura es loca: nos despedimos cuando terminamos las reuniones diciendo: bueno, a ver cuando nos reunimos. No hay ni un solo minuto perdido en circunloquios. Todo se cuenta al principio y muy deprisa. Así queda tiempo para haraganear, para que Nacho y Gonzalo improvisen, por ejemplo, una balada con guitarra eléctrica y armónica titulada bacalao con sal.
Estas ventanas de Parador del Sol se parecen a las de ese cuadro de Magritte. Deben ser las ventanas enormes las que me permiten ver clarísimo cómo va de uno a otro la energía en esta casa de la que, estoy segura, todos salimos más acompañados y más fuertes de lo que vinimos.
6 comentarios:
Oda a la alegría
Pobre bacalao, tantos años de peces sucediéndose para acabar así. Oda al bacalao que nunca probé
Estoy analizando todos las implicaciones del asunto, acabo de terminar la autopsia y no estaba ni bueno ni malo, pelin peligroso, hubiera invocado sin cesar a Baco que no siempre procede.
Estoy segura de que era un bacalao desviado y replicón.
ay, magritte, el otro día día en el metro vi un cuadro de magritte, era sólo un chaval, pero no tenía rostro, parecía que estaba eternamente de espaldas, tanto cabello cayendole hasta la boca...
Gracias por lo que me toca. N
gracias a ti, gran anfitrión
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