viernes, 15 de julio de 2016

jueves, 14 de julio de 2016

jueves, 7 de julio de 2016

+Oscar Solsona






continua el vuelo
sobrevolando calles edificios otras plumas
campos del hombre
por miles de kilómetros o en un centímetro
maquinarias hasta lo intacto
hasta llegar a nuestro intacto
acariciando la superficie pájaro
muchas veces pronunciar pájaro
y no temer la forma del texto
y también:
la superficie del pájaro
es un oráculo cotidiano
al alcance de unos pocos
de todos


de quien puede
de quien quiere

miércoles, 6 de julio de 2016

+ Cesar Vallejo






Otro poco de calma, camarada;
un mucho inmenso, septentrional, completo,
feroz, de calma chica,
al servicio menor de cada triunfo
y en la audaz servidumbre del fracaso.

Embriaguez te sobra, y no hay
tanta locura en la razón, como este
tu raciocinio muscular, y no hay
más racional error que tu experiencia.

Pero, hablando más claro
y pensándolo en oro, eres de acero,
a condición que no seas
tonto y rehuses
entusiasmarte por la muerte tánto
y por la vida, con tu sola tumba.

Necesario es que sepas
contener tu volumen sin correr, sin afligirte,
tu realidad molecular entera
y más allá, la marcha de tus vivas
y más acá, tus mueras legendarios.

Eres de acero, como dicen,
con tal que no tiembles y no vayas
a reventar, compadre
de mi cálculo, enfático ahijado
de mis sales luminosas!

Anda, no más; resuelve,
considera tu crisis, suma, sigue,
tájala, bájala, ájala;
el destino, las energías íntimas, los catorce
versículos del pan: ¡cuántos diplomas
y poderes, al borde fehaciente de tu arranque!
¡Cuánto detalle en síntesis, contigo!
¡Cuánta presión idéntica, a tus pies!
¡Cuánto rigor y cuánto patrocinio!

Es idiota
ese método de padecimiento,
esa luz modulada y virulenta,
si con sólo la calma haces señales
serias, características, fatales.

Vamos a ver, hombre;
cuéntame lo que me pasa,
que yo, aunque grite, estoy siempre a tus órdenes.

De Oración del Camino (1937)

sábado, 2 de julio de 2016

Felicidades Tussssssss





¿De dónde sacan fuerzas para estar trabajando siempre con temas tan terribles? Me preguntaba  Ely después de escuchar a las Lolas en un documental, después de hablar de Lado B

De los momentos de absoluto, de la seguridad que da estar en algo más grande que uno. De la plenitud que da pensar entre todos. De algo que es el enamoramiento rotundo de un equipo entero. De las carcajadas, de las fiestas, de los abrazos, de los cuidados. De la conciencia de nuestros privilegios, también de eso.

 Ayer sacamos la fuerza del estupendo cumpleaños de Tuss. Me trajo Samantha en un escarabajo que sonaba como mi infancia. De Cholula  hasta aquí tuve la impresión de cruzar muchos años y varios continentes.

Cuando se atraviesa la densidad de otro te lo incorporas. Vuelvo cargada de trabajo, de ganas y de gente con la que seguir.

p.d. felicidades por el cumpleaños, pero más por Isela.



jueves, 30 de junio de 2016

La otra orilla


I

He querido recordar aquella canción,
aquella que no pude escuchar dentro de mí, aquella que no supe
 (extraerle al mundo;
operación dolorosa: aquella canción que estoy tratando de es-
  (cuchar,
aquella cuya ausencia reconozco en la brisa que apenas
inquieta a los almendros,
en la tranquilidad de esa brisa en esas hojas donde también yo
  (habré de morir,
y esa calma acaricia en algún sitio de mí
la forma de esa primera mano que alargamos hacia la vida
y luego retiramos mojada y oscura.

Aquella primera canción, aquella primera canción tal vez no vino
 (nunca
aquella cuyo silencio ahora se refleja en el rumor de esta brisa
 (en los almendros,
tal vez su silencio, quiero decir el rumor de estas hojas, es el úni-
 (co espejo
donde yo me reconozco, donde yo me miro con atención, subor-
 (dinado a lo fatal de la imagen.
O tal vez esa brisa en las hojas
es la ausencia de toda canción, el rostro silencioso de todos los
 (nombres,
el rostro de espuma disuelto por el mar,
el rostro de mis hijos aún sin ellos en el esqueleto atroz de mi
 (abuelo
después de él

Ahora recuerdo todo sin pasión, sin armas obsesivas, sin recuer-
 (dos,
y ese viaje que la mirada todavía sostiene
abandona el umbral de una tarde de lluvia en la infancia.
Y es aquella costumbre de sonreír involuntariamente,
de sentir esa brisa en los almendros que están dentro de mí,
 (complicados con mi alma
y soñar una canción donde tal vez ya no habré de escucharme;
sí, aquella vieja costumbre de vivir...

Y yo extiendo las palabras sobre mis propias yerbas,
yo extiendo palabras sobre el mundo para irles dando poco a
  (poco historia,
sonidos arrancados a ellas mismas como confesiones brutales.

Por la torre de la iglesia
pasa el sol y se muerde los labios, ¿o soy yo quien me los muerdo?
¿O son el sol y la iglesia los que muerden mis labios?
¿O es el deseo de sol y de iglesia lo que muerde mis labios?

Sí, he perdido aquella canción, aquella canción, aquel tierno
 (desastre
aquel artificio donde mi voluntad se hacía pequeñas heridas, pe
 (queñas preguntas que nunca supieron cortarse la cabeza
y ahora estoy aquí de vuelta,
mirando estas calles, mirando este río, estas aguas cobrizas y
 (doradas bajo la luz del sol,
y esta ciudad no es distinta a otras ciudades,
es distinta a sí misma.

Y estoy en esta ciudad como en otra canción que tampoco re-
  (cuerdo, que tal vez nunca estuvo en mis labios,
como en otra palabra que me ocupa gran parte del día
y luego en la noche es mi primera muerta.

Estoy en este parque donde los almendros apenas sugieren la
 (brisa, el tiempo de las hojas,
bajo este cielo encallado en la mañana
como una inmensa nave antigûa-recuerdo de otros dioses, de
 (otros hombres
y de otras batallas-
y mi mirada abre de par en par los brazos para recibir al pai-
  (saje,
pero es inútil, en el paisaje hay algo de la mirada,
algo también con los brazos abiertos...

Una brisa muy joven sopla entre los almendros, una brisa lejana
  (sopla entre mis labios,
y es el silencio,
el silencio de la torre de la iglesia bajo la luz del sol,
el silencio de la palabra iglesia, de la palabra almendro, de la
 (palabra brisa.

Hay un radio encendido en un estanquillo cercano,
pasan unos novios-casi niños-cogidos de la mano,
el sol empuja la torre de la iglesia hacia otro mediodía...
Yo iba a decir algo; cogí la pluma para eso, cogí mi alma para
 (eso;
¿qué iba a decir?

Así pasó ese día caluroso y nublado,
así la torre de la iglesia empujada por el sol como un barco
llevado por el viento,
cruzó mi pecho, y luego la noche se cerró sobre las casas,
  (sobre las aguas del río,
sobre la historia de aquella mañana,
y fue como si una mano enguantada tuviera todas las cosas en
  (el puño.

Yo iba a decir algo, yo tenía esta pluma en la mano...

II

Amanece en medio de mí y yo me quedo mirando del lado en
 (que no estoy,
en la otra orilla se quedan el parque y los almendros, el río, la
 (torre de la iglesia
Porque esta mañana todo parece abrir los ojos en otra parte, en
 (otra historia,
en otros ojos parece que yo he abierto los ojos,
y mira la luz cedida a los árboles con la misma naturalidad con
 (que espero
sentado a la mesa, el primer alimento.

Y a la vez esta luz es también una sombra de aquella canción;
estos árboles, esta mesa, la mañana, el sabor de este pan, ¿son
 (acaso las formas devueltas?
Y la canción mueve las alas,
se sacude su forma de canción, se sacude su forma de alas,
algunas plumas caen, muy lejos de mis labios, muy lejos de
 (esta luz,
muy lejos de este silencio, de esta posible música, en otra his
 (toria
más remota aún que la mía

Amanece en medio de mí; en un lado se quedan el parque y los
 (almendros,
el río, la torre, la iglesia, la ciudad de mi infancia, los juegos
 (olvidados;
¿en qué orilla me quedo mirándolos?

Es todo,
yo iba a decir algo, yo iba a inventar algo.


José Carlos Becerra
El otoño recorre las islas.

miércoles, 29 de junio de 2016

Iré hasta el pecho duro de la sierra y ahí, en el pecho duro, con mi piqueta, piedra tras piedra, abriré una escuela





Tercera entrega de esta crónica - relato sobre la Universidad Campesina Indígena en la sierra de Puebla

Foto: Ely Metztli
Foto: Ely Metztli

Marta Sanuy
(Tercera parte)
Nada más fácil que ser porosa en este ambiente y cambiar de grupo en cada comida. Ese día me senté con una maestra que quiere alfabetizar a las mujeres de su comunidad, pero los hombres y los hábitos no las dejan ir a clase y ella ha tomado la decisión de ir a sus casas. No es que esté consiguiendo grandes resultados con la alfabetización, pero sí con lo otro, con lo que  importa, con la escucha. Dice:
Lo más importante ha sido ir desaprendiendo, yo decía: voy a estudiar para maestra porque todo lo que me pregunten lo voy a saber. Pues ahora sé que cuando me preguntan no les doy respuestas, les doy más preguntas. Me he dado cuenta de que tengo muchas ideas dominantes. Yo había pensado hablar con estas señoras sobre la autonomía, qué les iba a dar leer y escribir. Me había enfocado en esto y no he podido lograr, por características propias de la comunidad, tener a un grupo formado y pensé: pues no estoy logrando nada con la  alfabetización, no me voy a poder titular. Y con esa idea llegue a este encuentro, con la idea de que voy a tener que dejar unos años más hasta que logre algo. Pero ahora, gracias a los compañeros, sí estoy logrando el objetivo de que ellas sean capaces de hacer pequeñas fisuras a lo que están viviendo y estoy encontrando pequeños actos de resistencia que sí van encaminando a estas personas a tener, si no una autonomía, sí una forma distinta a la establecida. Pues sí, estoy desaprendiendo mucho y reaprendiendo mucho y me da gusto cuando encuentro estos pequeños espacios de lo que sí estamos pudiendo hacer comunidad. Y sí estamos haciendo. Yo dedico dos horas a cada familia, una la dedico a alfabetizar pero la otra a platicar sobre cómo están ahí y cómo les ha ido. Con tan poquito tiempo no iba yo a tener una gloria con la alfabetización, pero sí en escucharlos, y desde que llegué aquí a narrativa ya no les escucho con ganas de resolverles la vida, porque podría escucharles y decirles: “pues haga esto”, pero no, las escucho y les pregunto cosas y ellas mismas se van dando sus respuestas y creo que voy con eso. Me siento, bueno, me sentía, muy imperfecta en el quehacer como responsable de gestión escolar, ahora me doy cuenta de que claro que soy imperfecta, porque estoy en la parte burocrática, y claro que soy imperfecta, no voy a ser perfecta ante los sistemas burócratas, y me siento contenta y feliz de ser tan imperfecta.

Foto: Ely Metztli
Foto: Ely Metztli

Más tarde empezó a contarnos una ingeniera que colgó el título y se dedicó a crear una comunidad en una calle llena de drogas y delincuencia: empezó con teatro y luego bailaron, después vino la ludoteca y más tarde la compra de la tierra en común. Y entonces nos contó la jovencísima líder comunitaria que perdieron la batalla contra la minera, pero que sigue trabajando y buscando la asamblea. A las dos les pedí una entrevista mientras fregamos los trastes y las dos me dijeron que sí con ganas, aunque un poco más tarde, cuando los estábamos secando, empezaron a reflexionar en voz alta y se retractaron. Las dos llevan una bala en la pierna: una de los antorchistas y otra de los esbirros de la minera. Se puede ser valiente pero no pendejo. Así  las cosas, hasta su nombre aquí les han robado.
En México cada 24 horas fallecen alrededor de 16 personas jóvenes por suicidio. El 0.18% es propietario del 42% de la riqueza nacional. Sólo en Puebla los feminicidios han aumentado 208% del año 2013 al 2015. Más de 27.000 personas permanecían desaparecidas o en paradero desconocido según Amnistía Internacional. El porcentaje de personas que vivían por debajo del umbral de pobreza aumentó del 45,5% al 46,2% entre 2012 y 2014 según datos oficiales. El 70% de la población no tiene derecho al Seguro Social. La tortura y el asesinato alcanza dimensiones de epidemia, no existen datos como demuestran las fosas comunes que están encontrando durante la búsqueda de los 43 desaparecidos de Ayozinapa. Pero, ¿a qué nos ayudan las cifras y las estadísticas? ¿No nos están impidiendo reaccionar sepultados por la magnitud del desastre? ¿No invisibilizan la realidad de las víctimas incluso cuando las nombran?

Foto: Ely Metztli
Foto: Ely Metztli

En junio de 2014 había 25.566 títulos de concesiones vigentes a las mineras a tajo abierto, que corresponden a 25.7 millones de hectáreas, es decir, al 12.85 por ciento de la superficie del país. El 70% está en manos extranjeras, México cobra 5.90 pesos por hectárea cada semestre, el equivalente a medio kilo de jitomates, no existe ningún control sobre el oro que se ha extraído aunque sí se sabe que para cada gramo se remueven 4 toneladas de piedra, se utilizan 380 litros de agua, 43.6 kilowatios, dos litros de gasolina, 1.1 kilogramos de explosivo y ¡850 gramos de cianuro de sodio!  A todos nos resulta difícil imaginar cuando estamos comprando unos pendientes o un anillo las vidas de las familias, unas treinta, que no van a poder sembrar, que no van a tener agua, que están perdiendo todo su patrimonio cultural, que enfermaran porque han sido envenenados, en todos aquellos que no pueden siquiera tener nombre en este texto porque a quienes defienden su territorio los tirotean o los desaparecen y en este país sólo hay una cosa políticamente clara: existe la absoluta impunidad.
Aquí puedes leer la primera y segunda parte