viernes, 21 de marzo de 2014

Viaje entre chaparrones hasta la semilla y la paja.



Cuando cuento las semillas...

Cuando cuento las semillas
sembradas allá abajo
para florecer así, lado a lado;

cuando examino a la gente
que tan bajo yace
para llegar tan alto;

cuando creo que el jardín
que no verán los mortales
siega el azar sus capullos
y sortea a esta abeja,
puedo prescindir del verano, sin queja.

Emily Dickinson
Versión de Silvina Ocampo


P.D. Hoy hace un septenio que empezó este blog y lo he celebrado haciendo memoria mientras extendía toda esa paja. La paja viene detrás del agua, del aire, de la tierra y del fuego, es el quinto elemento, y un transporte velóz.

miércoles, 19 de marzo de 2014

La dolorosa herencia




 Carlos Rubio Recio 

 
Entiendo que no me crea, a mí también me resultó extraño, tardé mucho en hacerme a la idea de que tendríamos que tirarlo todo. La tarde que pasé leyendo en la mecedora de la abuela tuve unos dolores de espalda espantosos, como si me serrucharan las costillas, pero no empece a sospechar lo que ocurría hasta que una noche, hace un par de semanas, por capricho, dormí en la habitación de la tía Margarita y, nada más acostarme, empezaron aquellos calambres en las piernas de los que ella tanto se quejaba. A la mañana siguiente, muerta de curiosidad y con las piernas aún flojas, volví a sentarme en la hamaca, y en la silla de la cocina, que produce dolor de tripa, y en la cama de mamá, que tiene migraña. Es largo el inventario,ya lo tengo casi terminado. Pero lo peor no ha sucedido hasta esta mañana, cuando me he tumbado en el sofá he sentido un pinchazo muy agudo y esa presión típica en el pecho, dolor en el brazo izquierdo y  sequedad en la boca. Me he podido levantar de milagro. ¡No era suficiente que todos los muebles que hemos heredado estén llenos de dolores, también nos han dejado un sofá con un ataque cardíaco dentro!

Y si mi hermana no empieza a creerme y sigue fingiendo, balanceándose con esa sonrisa y diciendo que estoy loca, soy capaz de no decirle nada cuando se vaya a dormir la siesta.

martes, 18 de marzo de 2014

Reencuentro con mi abuelo Lezama.




 Vilhelm Hammershøi




La luz es el primer animal visible de lo invisible

José Lezama Lima

domingo, 16 de marzo de 2014

J.D. Okhai Ojeikere y Amina Saïd


 J.D. Okhai Ojeikere.





yo comienzo y me recomienzo
entre el infinito de las metamorfosis
entre el calendario inagotable del tiempo
yo accedo a tu séptimo día

Amina Saïd 
 (+sobre Amina Saïd)


P.D. La niña se cuenta unas juergas tremendas con sus compañeras africanas. Se rien juntas de la imposibilidad de entenderse. A ellas les parece una desdichada esa chica con esos pelos de hambre, y siempre los mismos. La Blanch disfruta boquiabierta de las continuas metamorfosis: la que la semana anterior era rubia y llevaba el pelo corto y liso, hoy es pelirroja y lleva una melena rizada, pero no durará porque está ahorrando para cambiarse esos pelos y, el mes que viene, va a ser morena,  ya ha elegido un moño de trenzas muy alto.

sábado, 15 de marzo de 2014

y como la fresa respira hilando su cristal



¿De qué me iba a acordar sino mientras plantábamos una lezamiana espiral de fresas esta mañana?
¿Qué otro poema me iba a venir a rescatar después de una semana de tantas intensidades?

Muerte de Narciso

Dánae teje el tiempo dorado por el Nilo,
envolviendo los labios que pasaban
entre labios y vuelos desligados.
La mano o el labio o el pájaro nevaban.
Era el círculo en nieve que se abría.
Mano era sin sangre la seda que borraba
la perfección que muere de rodillas
y en su celo se esconde y se divierte.

Vertical desde el mármol no miraba
la frente que se abría en loto húmedo.
En chillido sin fin se abría la floresta
al airado redoble en flecha y muerte.
¿No se apresura tal vez su fría mirada
sobre la garza real y el frío tan débil
del poniente, grito que ayuda la fuga
del dormir, llama fría y lengua alfilereada?

Rostro absoluto, firmeza metida del espejo.
El espejo se olvida del sonido y de la noche
y su puerta al cambiante pontífice entreabre.
Máscara y río, grifo de los sueños.
Frío muerto y cabellera desterrada del aire
que crea, del aire que le miente son
de vida arrastrada a la nube y a la abierta
boca negada en sangre que se mueve.

Ascendiendo en el pecho solo blanda,
olvidada por un aliento que olvida y desentraña.
Olvidado papel, fresco agujero al corazón
saltante se apresura y la sonrisa al caracol.
La mano que por el aire íneas impulsaba,
seca, sonrisas caminando por la nieve.
Ahora llevaba el oído al caracol, el caracol
enterrando firme oído en la seda del estanque.

Granizados toronjiles y ríos de velamen congelados,
aguardan la señal de una mustia hoja de oro,
alzada en espiral, sobre el otoño de aguas tan hirvientes.
Dócil rubí queda suspirando en su fuga ya ascendiendo.
Ya el otoño recorre las islas no cuidadas, guarnecidas.
El río en la suma de sus ojos anunciaba
lo que pesa la luna en sus espaldas y el aliento que en
    halo convertía.

Antorchas como peces, flaco garzón trabaja noche y cielo,
arco y castillo y serpientes encendidos, carámbano y lebrel.
Pluma morada, no mojada, pez mirándome, sepulcro.
Ecuestres faisanes ya no advierten mano sin eco, pulso
    desdoblado:
los dedos en inmóvil calendario y el hastío en su trono
    cejijunto.
Lenta se forma ola en la marmórea cavidad que mira
por espaldas que nunca me preguntan, en veneno
que nunca se pervierte y en su escudo ni potros ni
    faisanes.

Como se derrama la ausencia en la flecha que se aísla
y como la fresa respira hilando su cristal,
así el otoño en que su labio muere, así el granizo
en blando espejo destroza la mirada que le ciñe,
que le miente la pluma por los labios, laberinto y halago
le recorre junto a la fuente que humedece el sueño.
La ausencia, el espejo ya en el cabello que en la playa
extiende y al aislado cabello pregunta y se divierte.

Fronda leve vierte la ascensión que asume.
¿No es la curva corintia traición de confitados mirabeles,
que el espejo reúne o navega, ciego desterrado?
¿Ya se siente temblar el pájaro en mano terrenal?
Ya sólo cae el pájaro, la mano que la cárcel mueve,
los dioses hundidos entre la piedra, el carbunclo
    y la doncella.
Si la ausencia pregunta con la nieve desmayada,
forma en la pluma, no círculos que la pulpa abandona
    sumergida.

Triste recorre —curva ceñida en ceniciento airón—
el espacio que manos desalojan, timbre ausente
y avivado azafrán, tiernos redobles sus extremos.
Convocados se agitan los durmientes, fruncen las olas
batiendo en torno de ajedrez dormido, su insepulta tiara.
Su insepulta madera blanda el frío pico del hirviente cisne.
Reluce muelle: falsos diamantes; pluma cambiante: terso
    atlas.
Verdes chillidos: juegan las olas, blanda muerte el
    relámpago en sus venas.

Ahogadas cintas mudo el labio las ofrece.
Orientales cestillos cuelan agua de luna.
Los más dormidos son los que más se apresuran,
se entierran, pluma en el grito, silbo enmascarado, entre
    frentes y garfios.
Estirado mármol como un río que recurva o aprisiona
los labios destrozados, pero los ciegos no oscilan.
Espirales de heroicos tenores caen en el pecho de una
    paloma
y allí se agitan hasta relucir como flechas en su abrigo de
    noche.

Una flecha destaca, una espalda se ausenta.
Relámpago es violeta sin alfiler en la nieve y terco rostro.
Tierra húmeda ascendiendo hasta el rostro, flecha cerrada.
Polvos de luna y húmeda tierra, el perfil desgajado en la
    nube que es espejo.
Frescas las valvas de la noche y el límite airado de las
    conchas
en su cárcel sin sed se destacan los brazos,
no preguntan corales en estrías de abejas y en secretos
confusos despiertan recordando curvos brazos y engaste
    de la frente.

Desde ayer las preguntas se divierten o se cierran
al impulso de frutos polvorosos o de islas donde
     acampan
los tesoros que la rabia esparce, adula o reconviene.
Los donceles trabajan en las nueces y el surtidor de
     frente a su sonido
en la llama fabrica sus raíces y su mansión de gritos
     soterrados.
Si se aleja, recta abeja, el espejo destroza el río
     mudo.
Si se hunde, media sirena al fuego, las hilachas que
     surcan el invierno
tejen blanco cuerpo en preguntas de estatua
     polvorienta.

Cuerpo del sonido el enjambre que mudos pinos claman,
despertando el oleaje en lisas llamaradas y vuelos
    sosegados,
guiados por la paloma que sin ojos chilla,
que sin clavel la frente espejo es de ondas, no recuerdos.
Van reuniendo en ojos, hilando en el clavel no siempre
    ardido
el abismo de nieve alquitarada o gimiendo en el cielo
    apuntalado.
Los corceles si nieve o si cobre guiados por miradas
    la súplica
destilan o más firmes recurvan a la madurez primera
    ya sin cielo.

La nieve que los sistros no penetra, arguye
en hojas, recta destroza vidrio en el oído,
nidos blancos, en su centro ya encienden tibios los corales,
huidos los donceles en sus ciervos de hastío, en sus
    bosques rosados.
Convierten si coral y doncel rizo las voces, nieve
    los caminos,
donde el cuerpo sonoro se mece con los pinos, delgado
    cabecea.
Mas esforzado pino, ya columna de humo tan aguado
que canario es su aguja y surtidor en viento desrizado.

Narciso, Narciso. Las astas del ciervo asesinado
son peces, son llamas, son flautas; son dedos
    mordisqueados.
Narciso, Narciso. Los cabellos guiando florentinos reptan
    perfiles,
labios sus rutas, llamas tristes las olas mordiendo sus
    caderas.
Pez del frío verde el aire en el espejo sin estrías, racimo de
    palomas
ocultas en la garganta muerta: hija de la flecha y
    de los cisnes.
Garza divaga, concha en la ola, nube en el desgaire,
espuma colgaba de los ojos, gota marmórea y dulce plinto
    no ofreciendo.

Chillidos frutados en la nieve, el secreto en geranio
     convertido.
La blancura seda es ascendiendo en labio derramada,
abre el olvido en las islas, espadas y pestañas vienen
a entregar el sueño, a rendir espejo en litoral de
tierra y roca impura.
Húmedos labios no en la concha que busca recto hilo,
esclavos del perfil y del velamen secos el aire
     muerden
al tornasol que cambia su sonido en rubio tornasol
     de cal salada,
busca en lo rubio espejo de la muerte, concha del
     sonido.
Si atraviesa el espejo hierven las aguas que agitan el
     oído.
Si se sienta en su borde o en su frente el centurión
    pulsa en su costado.
Si declama penetran en la mirada y se fruncen las
    letras en el sueño.
Ola de aire envuelve secreto albino, piel arponeada,
que coloreado espejo sombra es del recuerdo y
    minuto del silencio.
Ya traspasa blancura recto sinfín en llamas secas y
    hojas lloviznadas.
Chorro de abejas increadas muerden la estela,
    pídenle el costado.
Así el espejo averiguó callado, así Narciso en
    pleamar fugó sin alas.


José Lezama Lima

jueves, 13 de marzo de 2014

Preparando un funeral.




Cuando pensemos en Marino sólo se nos va a ocurrir una palabra, bueno. Marino era bueno porque no soportaba el dolor ajeno. Él sentía que los pobres, los solos,  los despreciados, eran su responsabilidad. Todos sabemos que no podía dormir si se había encontrado con alguien que no tenía donde y se lo llevaba  a la tienda, o a casa de la abuela, enfrentándose a mil broncas. Ahora se oye mucho la palabra empático, que significa ponerse en el lugar del otro, pero lo de Marino era mucho más. No soportar el dolor ajeno es la mayor altura humana y ética que se puede conseguir, y en eso ha sido un ejemplo.

Pero además de la palabra bueno recordaremos a Marino por las flores, por la tienda, por el loro, por el super ocho,  por los extranjeros, por Italia, por la gorra y esa elegancia, porque fue  el primero que trajo una tele a este pueblo para ver el alunizaje, porque nos consiguió a una tía estupenda, Marisa, por aquella vez que se le ocurrió guardar un millón de pesetas en el tambor de la lavadora sin decirle nada, eso nos tuvo a todos unos días reconstruyendo la numeración de los billetes, y fue el dinero mejor invertido, porque nos enseñó, aún más, que no vale tanto. Por  su adoración a Mirian (la palabra que más dijo a lo largo de su vida fue Miriam), a Sandra, a Manolo, a Alejandro y Tomás, sus nietos, a sus hermanos, a sus sobrinos. Lo recordaremos por su afán de contar historias, en otro entorno hubiese sido un estupendo novelista. Y por su adoración a sus hermanas, a Carmen, a Aurora, a Arsenia y a Emma, sin las que Marino no era nada. Aunque a sus hermanos no los quería menos y los últimos días le dijo a José y a Manolo que se iba con Teodoro.Tambíen por su capacidad para generar historias. En nuestra familia existe un género literario en el que los relatos empiezan diciendo:

Sabes lo que le ha pasado al tío Marino.

Porque se sentía orgulloso  de nosotros, como yo, de la unión de esta familia. Como me decía Olga esta mañana, el tío aún nos unía más. Y lo estamos llorando a mares, pero todos y juntos. 

Vamos a soñar que nos está viendo desde algún agujero mientras se toma un Amareto con Luis y con Carmen. Sabemos exactamente que música escucharían. (y entonces sonó La Bambola)

 P.D. La foto es del 12 de agosto de 1963 y están Marino, Arse, Emma y Pedro Ángel y la tele.

miércoles, 12 de marzo de 2014

La música que sonará en el funeral de Marino



)

Sólo tenemos una católica en la familia, pero Olga lo ha conseguido, aunque acaban de echar a un cura estupendo para poner a uno que ojalá no sea intransigente, y estaba dura la batalla, mañana sonará La Bambola en la iglesia. 

P. d Mientras suena todos estaremos soñando lo mismo tío, que te estás tomando un Amareto con Carmen Pinilla y con Luis Picapeo... también debe estar en la timba Franco, ese sastre italiano tan guapo.

Nosotros nos vamos a quedar sedita
te estamos llorando tanto.




domingo, 9 de marzo de 2014

Dominical cambio de ruta. Del Popol Vuh a las semillas de copinol.






Llegó aquí entonces la palabra, vinieron juntos Tepeu y Gucumatz, en la obscuridad, en la noche, y hablaron entre sí Tepeu y Gucumatz. Hablaron, pues, consultando entre sí y meditando; se pusieron de acuerdo, juntaron sus palabras y su pensamiento.

Entonces se manifestó con claridad, mientras meditaban, que cuando amaneciera debía aparecer el hombre (...)

Entonces vinieron juntos Tepeu y Gucumatz; entonces conferenciaron sobre la vida y la claridad, cómo se hará para que aclare y amanezca, quién será el que produzca el alimento y el sustento(...)

Luego la tierra fue creada por ellos. Así fue en verdad como se hizo la creación de la tierra: -- ¡Tierra! -- dijeron, y al instante fue hecha(...)

Y dijeron los Progenitores: --¿Sólo silencio e inmovilidad habrá bajo los árboles y los bejucos? Conviene que en lo sucesivo haya quien los guarde.

Así dijeron cuando meditaron y hablaron en seguida. Al punto fueron creados los venados y las aves. En seguida les repartieron sus moradas a los venados y a las aves (...)

-- Hablad, gritad, gorjead, llamad, hablad cada uno según vuestra especie, según la variedad de cada uno -- . Así les fue dicho a los venados, los pájaros, leones, tigres y serpientes(...)

Pero no se pudo conseguir que hablaran como los hombres; sólo chillaban, cacareaban y gramaban; no se manifestó la forma de su lenguaje, y cada uno gritaba de manera diferente(...)

Popol Vuh

P.d. Aunque decidí pasar todos los domingos por la mañana en África hoy no puedo. Estoy de Chalatenango a la desembocadura del Lempa, de Mejicanos a Acajutla, de Ayutuxtepeque a la isla de Tasajera. Es un día importante en El Salvador. Lo de la foto son semillas de copinol de La Palma, todas nuestras casas están llenas de esos dibujitos que, dicen los maledicentes, son de origen catalán. Supongo que es verdad, pero se les termina cogiendo cariño, y además en La Palma creo que los artesanos viven bien, a pesar  de que la multiplicación infitina de las mismas imágenes debe producir otra toxicidad. 



viernes, 7 de marzo de 2014

Ay, la alegría, qué rica




"La retórica de Marcos combina el realismo mágico, la teología de la liberación, las leyendas del Popol-Vuh, la vulgata sociológica y la ironía desmitificadora. Su triunfo es un triunfo del lenguaje”

Octavio Paz

miércoles, 5 de marzo de 2014

Hojas y más hojas



Mi amiga de la infancia se llamaba Mercedes y por las tardes íbamos a por la leche a dos sitios que estaban de punta a punta. Como estábamos decididas a acompañarnos todos los días intentamos que su madre o la mía cambiaran de vaquería, pero esas cosas eran entonces muy delicadas, cada cuadra tenía su parroquia y cada parroquiana sus motivos. Así que íbamos todas las tardes de casa de Tere a casa de Santas y contribuíamos a mantener estable el ecosistema lácteo del pueblo.




Mercedes y yo compartíamos una pasión: las hojas. Durante dos o tres años estuvimos haciendo  un herbario en su casa, después de salir de la escuela. Sólo puedo recordarnos hablando del Planeta de los Simios. De la terquedad de la memoria seguro que aún no hablábamos. De eso no se sabe casi nada a los nueve, a los diez, a los once o a los doce. Pero ¿de qué más hablaríamos?




Cuando empezamos el herbario volvíamos a casa con ejemplares valiosísimos,  pero pronto se empezaron a repetir, entonces decidimos incluir también las hojas repes, no hay dos hojas iguales. 

El año pasado,  paseando entre las lecherías me dije: Martita, deberías hacer otro herbario. 



Et voila. En mi habitación se ha instalado un otoño permanente. Por la mañana hay que recolocar las hojas que se han caído con el aire de la colcha, así que van cambiando de lugar; se van alejando, acercando y reagrupando. A veces práctico con ellas cierto animismo de los ratos libres y me sugieren historias.  Son frecuentes en casa las quejas por el robo de alfileres.


Hace años que Gonzalo intentaba convencerme de las posibidades de instagram, hoy me he puesto a enredar porque me ha regalado mi padre otro teléfono y le voy a dar la razón, idealiza hasta el gotelé esa vaina. A lo mejor incluyo lo de hacer fotos en mis nuevas rutinas.