miércoles, 30 de marzo de 2011

Aventuras con Max Aub



Nunca sé pronosticar que va a pasarme, un buen ejemplo ha sido este, llamémosle accidente, que me tiene amarrada al sofá desde hace dos semanas.
Inés me pidió que fuese por la mañana a su casa, iban a ponerle el gas. Me gustó haber ido, aunque llovía a cantaros, me gustó la casa nueva y el lugar, cerca del mercado. No sé si para conocer bien a alguien es necesario conocer a sus padres o su casa, pero sospecho que es recomendable conocer sus libros y yo no había visto aún los de Inés, que ese día seguían en cajas. Sin dudarlo me tiré a suelo y pude comprobar las buenas lecturas que asisten a esa buena pensadora. Estaba en pleno fragor eligiendo qué llevarme cuando encontré un volumen de artículos de Max Aub que ha traído de México (Legado Periodístico 1943-1972). Dejé todos los demás, lo envolví con la bufanda para que no se mojara y me vine a casa. Desde entonces no he podido dejar de leer hasta terminar esas novecientas páginas.
Conocí a Max Aub a los quince o dieciséis años gracias a un intento de seducción colectiva. Un madurito, al que entonces consideré lector inofensivo de Lolita (era una resabida y acababa de leer la novela de Navokov) y ahora consideraría un pederasta, nos perseguía a todas las chicas de la cuadrilla, indiscriminadamente, ni elegía (“elegir es levantar a uno del polvo que a todos nos forma", decía Max Aub). Nos llevaba tantos años y tantas picardías de ventaja que era interesante observarlo y ver cómo encontraba a la primera el talón de Aquiles de cada una de las otras. Yo creía que no me iba a tocar el turno, que iba a seguir de voyeur, hasta que un día me regaló Jusep Torres Campalans. No caí en las redes del seductor a pesar de lo que me deslumbró aquel acierto, pero caí rendida en las de la impostura y en las de Aub, y ahí sigo.
Años después me sacó el autor de un gran atolladero. Estaban acabándose las relaciones con “los amigos de siempre” y yo alguna punzada de culpabilidad tenía (aunque siempre me dijo el maestro, “preocupante lo tuyo, ya tienes una edad, no me cuadran tantos amigos íntimos en tu pueblo”) Entonces Max Aub en algún Campo, creo que en el de Marte, me dijo, sólo a mí, justo a tiempo, que las amistades que se adquieren demasiado pronto, por aquello de "aquí estábamos desde el principio", ni suelen ni deben durar, ¡cómo no van a provocar conflictos y confusiones si no son elegidas!
Ahora que acabo de salir de este libro de novecientas páginas no sé explicarme del todo por qué no podía dejarlo mucho rato: he llegado a interesarme por la interpretación de una actriz o de una compañía de segunda a mitad del siglo pasado en México, he pasado de las minucias de un decorado (pero era de Juan Soriano) a un artículo de veinte páginas sobre las razones del coronel Prim, de los elogios a Judas, a la fealdad, al impudor, a la diversidad o a los contrarios a “Las noticias de todas partes” o las sesudas críticas a novelas inglesas cuyos autores ya nadie recuerda.
Esta vez no sólo le he prestado atención a Max Aub, también a aquel lenguaje; más rico, más espabilado, más valiente, menos parvulario o menos explicativo, más activo, sin tantas repeticiones, o al menos con otras. ¡Que triste nuestro magma verbal! me he dicho al cerrar el libro y terminar con el delicioso autosecuestro
P. D Para muestra de la valentía y el gracejo ahí va el comienzo de una crítica:
Este triste de don Pío acaba de publicar un libro de versos. Versos escritos en París por los años 40 ¿1800-1900? A Baroja todos los hombres -él aparte-siempre le parecieron estúpidos. Tontos de más o menos que se pasan el tiempo diciendo o haciendo imbecilidades, que él tiene que soportar Así nunca escribió más que en primera persona para darse el gusto de imprimir sus reconcomios y rencores. No supo, o no quiso saber, del amor, sino de las supersticiones; de la pasión política, sino de las intrigas; de la amistad, sino de la traición, etcétera.
Esto lo llevó a regodearse en la descripción de los suburbios de todo lo humano, de los residuos, del cascajo, de los barrios de extramuros, de los montones de basura, de las ruinas, de los fracasos, del rendimiento.

sábado, 26 de marzo de 2011

Y resulta que la poesía no se iba pues, ahí andaba jodiendo



Era todo ojos, peloncita, traía la tristeza y la alegría tan bien mezcladas que hacernos amigas fue una urgencia. Creo que me la presentó el Tibu, en San Salvador, pero lo primero claro que recuerdo es la visita de aquella intensidad hecha verbo a Ayutuxtepeque 44. Cuando pienso en Tania siempre aparece antes ese día y el olor de un macizo de jazmín que había en el pasaje

Luego muchas cosas y mucho tiempo. Ausencias, y también enormes presencias de la ausencia, poesía vivencial pues, que diría Tania Montenegro, o apariciones como la de esta mañana, cuando acababa de tirar una botella de agua y estaba tentada de contarme una historia triste sobre mi mala suerte, pero me he metido en la página del Cervantes antes de ir a por la fregona y ha saltado esa enérgica calichera de lapantalla para contarme cosas como que aún vive su abuela y para hacerme sentir una suertuda. Ni modo.

¡Cómo sigue brillando la sonrisa de esa maje!

Pero los vídeos del Cervantes no se deja insertar , por ahí está también Otoniel Guevara hablando de Daltón y de Xibalbá.

La foto es de Rafael Trobat, que también estaba por allí.

miércoles, 23 de marzo de 2011

+ Canetti

Seguro que no hay quién diga más con tan pocos caracteres, debería ser lectura obligada para los forofos del Twiter:

A quien no echamos de menos lo hemos visto con demasiada frecuencia, y eso ya nunca tendrá arreglo.

I know what you mean: “Sé lo que quieres decir” La frase por antonomasía de esa época psicológizante. En realidad significa que uno renuncia al esfuerzo de entender al otro aun antes de haberlo escuchado. Pues uno ya ha comprendido a todos aun antes de que hayan dicho algo.

En el fondo, lo único que puede decirse a su favor es que desconfía de los conceptos.

Aniversarios: puntos de empalme del malentendido.

Decir lo más terrible de manera que ya no sea terrible, que haya esperanza porque ha sido dicho.

Una ofensa tiene valor exactamente en la medida en que te puede obligar a reflexionar.

Maravillosas las conversaciones que no tenemos.

Sólo se puede decir más de lo que se quiere.

Todavía el sentimiento fundamental de que nada es en vano. Pero ¿ha de ser así?¿que nada sea en vano?

Las intenciones demasiado claras se consumen más rápidamente.

Qué ridículo querer ser amado y conocerse.

Elias Canetti Apuntes II
La imagen es de Eleonora Carrington

domingo, 20 de marzo de 2011

¿Hay vida antes de la muerte?


Acababa de leer la pregunta del título, que es de Punset, cuando me ha llamado mi madre para que llevara a la tía Carmen a su casa a Zaragoza, se dio un trompazo y ha estado unos cuantos días por aquí.

-¿Estarás bien sola?

-Aún soy lo suficientemente jóven como para vivir mi vida

-¿Y por qué no te has tomado la medicación?

-Porque no me da la gana crear tolerancia y que cuando sea más vieja las pastillas no me quiten los dolores.

Me ha dejado sin las dudas y me ha alegrado la tarde, tiene noventa años y un gran sentido del humor.

-Cuando vengas a casa y no esté me buscas en la cafetería Delfín, y si quieres venirte una tarde con nosotras te divertirás, nos reímos, cuentan historias buenas mis amigas, sobre todo Julia, la de noventa y cinco. Claro, tiene más experiencias.

La imagen es de Martin Dammann

sábado, 19 de marzo de 2011

Informe subjetivo de un Congreso de Periodismo III

He dejado pasar demasiados días, se ha evaporado la mala leche que me pusieron los de la mesa titulada “Reportajes de libro”, que intentaron hablar de literatura y periodismo: total, una hora de mi vida y de la de los otros cuatrocientos no es tanto.

Desde el principio se notó que iba a dominar la desenvoltura sospechosa de los que no tienen nada que decir. Y exceptuando las parcas intervenciones de Alfonso Armada, que al menos recomendó dos libros y se calló, lo demás todo fueron generalidades… desde la presentación de Jorge Alcalde, “se ha dicho tanto de periodismo y literatura que no se puede resumir” o la paliza, otra vez, con Tom Wolf y el nuevo periodismo, hasta las flamantes ideas de Ignacio Escobar “prefiero irme con un libro a la cama” “si me encargan dos líneas más me pierdo” y también lo de “mi niño con el Ipod”.

En las metáforas es dónde alguien que utiliza la palabra se la juega, ahí va una perla originalísima que dará una idea de la altura del debate: “desarrollar un libro es como correr una maratón, mientras que las historias breves son como correr 100 metros”. "Sí, pero correr cien metros también tiene mérito" contestó muy serio otro.

Miguel Aguilar dijó algo suelto que me dejó perpleja: “habrá libros objeto”, así, como un futurible vago y sin importancia, cuando tantos editores pequeños hace mucho tiempo que tienen claro que si permanece el amor al papel será a través de libros casi únicos y bien cuidados, yo por lo menos nunca he amado un volumen de tapas amarillas de anagrama, ni siquiera me he encaprichado del negro satinado de cátedra. Para rematar dijó que las grandes empresas editoriales sabrán adaptarse al cambio de los tiempos, cuando todos sabemos que han perdido el carro cien veces en estos últimos años y que, además, lo mejor que nos puede pasar a los lectores, a los escuchadores y a los cinéfilos es que los diplodocus que nos han estado imponiendo sus intereses se desplomen. Tanta desenvoltura no suele ser inocente. Además suele ser conservadora. Cuando hay tantas cosas de las que hablar ¿cómo consiguieron no decir ninguna?

Yo me prometí, para al menos sugerir algo, buscar el fragmento de una entrevista con Teresa Aranguren de hace unas semanas:

Te das cuenta de que la información y las noticias no consiguen traspasar la barrera de la identificación,
 la gente ve el horror de Palestina o Iraq pero hay una incapacidad de empatía, de ponerse en su lugar, 
de identificarte. 
Creo que hace falta la literatura, y eso es lo que intenta el segundo libro. Un ejercicio de escribir ocultando 
mi mirada e intentando que sean las gentes que he conocido las que expresen sus sentimientos. Lo primero 
que mueve es la indignación, la sensación de ‘tengo que decirlo’, no quiero ser cómplice con el silencio. 

Los libros que recomendó Armada fueron:

Hiroshima de John Hersey, que no he leído y Elogiemos ahora a hombres famosos de James Agee, una especie de biblia familiar que va de mano en mano y de la que hasta nos dictamos citas por teléfono.

No sé qué me da mezclar en este post la siguiente mesa, que fue tan buena. Para otro rato.

Avanti con los detalles Ester.

martes, 15 de marzo de 2011

Informe subjetivo de un Congreso de Periodismo II


Urge hilar antes de que se evaporen los datos. Prosigo

Después de comer ¿Estamos explicando bien la crisis? Con los responsables de economía de La Vanguardia y El País. Puede ser que la fatídica hora nos influyera, pero sondeamos el twiter y no convencieron a nadie.

La segunda mesa de la tarde la moderó Antón Castro y estaban Ramoneda y José Martí que contaron anécdotas sabrosas, no batallitas, y fue de agradecer.

Pero en el congreso no había pasado nada hasta que subieron al escenario Víctor Sampedro y Gumersindo Lafuente. Sampedro nos despertó a todos, empezaron a oírse aplausos: “La información no es mercancía, es contrapoder” “La llamada de Wikileaks es la llamada del periodismo puro y duro (...) se puede crear un medio de comunicación global al margen de la censura y al servicio de la transparencia”, "La mejor ley de Internet es la que no existe"Vamos a permitir la extradición de Assange mientras Berlusconi se presenta a las elecciones. Algo va mal “La transparencia no sirve de nada si luego no hay instituciones que pidan cuentas”

No lo digo yo, lo repetía twiter, fue la mejor ponencia del congreso. Es urgente encontrar a gente que dice que se puede y hasta es capaz de imaginar como. Es urgente convertirse en esa gente que dice que se puede e imagina como

Todo el mundo tenía muchas expectativas con la última mesa que se titulaba “Emprendimientos periodísticos en Internet” pero no había emprendedor al que le fuera bien por lo que intuimos. Nos fuimos pronto.

Cena y fiestón con las chicas, estaban casi todas. Y aunque al principio de la noche no vi una puerta blindada y la abrí con la nariz, las anécdotas fueron sabrosas, dignas de ser apuntadas: cómo nos mirábamos y mirábamos el charco de sangre extrañadas, y los comentarios de Juliana mientras esperábamos al 112:

-¡Estas rodeada por cientos de periodistas como testigos, pero los demás van a creer que ibas borracha!¡y qué vas a explicar en tu casa!

O las dudas metafísicas de Ester

-Pero qué ha dicho el hombre, ¿que le ha pasado a más gente o que no le ha pasado a más gente?

Era la tercera víctima de la puerta, la más grave. Y os informo, estoy bien, he pasado el fin de semana viendo guisantes congelados pero ya casi no queda de la catástrofe más que las ojeras moradas. Creo que por lo que más me molestó es porque con gafas oscuras me sentía demasiado llamativa para saltarles a la yugular a los de la mesa de periodismo y literatura de la mañana siguiente. Lo haré desde aquí pero mañana.


domingo, 13 de marzo de 2011

Informe subjetivo de un Congreso de Periodismo


Robert Musil decía que los atributos son ser médico, periodista, ser la mujer de o el marido de, ser rico o pobre. En el Congreso de Periodismo Digital me imbuí aún más en las convicciones de una mujer sin atributos, para intentar contarlo de otra manera. Es un privilegio poder observar tan de cerca a quinientos ejemplares del mismo gremio juntos.

Por otro lado Juliana, Inés, Bárbara, Cristina…estaban escribiendo detalladísimas crónicas en tiempo real ¿para qué iba a ponerme a tomar notas? En el mostrador la mera, mera, Maribel: después de tres años de Asociación de la prensa me apetece decir que las heroínas de ese lugar son las secretarias, a Maribel y a Amada todo el mundo las quiere. Ellas son las que ponen los hilillos que nos van tejiendo. Maribel me estaba poniendo uno de esos vínculos invisibles con una profesora de literatura y periodismo de no sé qué universidad cuando llegó Ester y juntas emprendimos nuestro particular periplo, el de dos disidentes relajadas a la recherche de las ideas centrales.

Nos saltamos a la torera a Javier Moreno y entramos despejadas y con ganas a “El papel de las redes sociales en la cobertura periodística” que moderó magistralmente Mara Torres. Hablaron, sobre todo, de cómo cambia el trabajo del periodista que, desde hace cuatro o cinco años, llega después que su audiencia a la noticia. Y hablaron de Twiter de Twiter y de Twiter. Guillermo Culell insistió en la necesidad de generar reacciones y apuntó una pregunta que a mi también me parece la más urgente: ¿cómo provocar debate? Jean-Francoís Foguel hizo una pertinente distinción entre la actitud emocional o racional en el tratamiento de las noticias y dijo que, sin lugar a dudas, los medios digitales son emocionales: Internet nos promete la inminencia de una revelación. Creo que es una cita de Piglia. “Cuando todo es efímero hay que hacerlo como si fuese lo último” dijeron casi al final (qué gusto, qué laxitud, no voy a buscar ni quién lo dijo ni de quién era)

Durante la mesa redonda el Twiter vomitaba ininterrumpidamente mensajes

“las cosas cambian pero en el congreso de periodismo digital siguen hablando de lo mismo desde hace diez años” escribió alguien. Y no estoy de acuerdo. Estamos trastornados con tanta velocidad: hace diez años, ocho, en el pleistoceno, se hablaba por aquí obsesivamente de los blogs. Recuerdo que estuvo sembrado Nacho Fernández al decir que los blogs son como la casa de campo a la que te van a visitar y las redes como la ciudad, donde quedas o te encuentras.

Siguieron Camino Ibars, Ramón Lobo y Mónica Prieto. Mónica Prieto, que trabaja en Oriente Medio, llevaba la realidad debajo del brazo, la contó sin retórica: La dificultad está en vender a los medios las noticias que no cubren los grandes. Habló también de la necesidad de un periodismo más humano, y de un periodista capaz de interpretar los hechos, habló de la necesidad de barajar de otra forma la realidad. Empezábamos a encontrar algo en que pensar.

La siguiente mesa redonda fue de políticos, Políticos en 140 caracteres. Les dimos diez minutos de gracia y nos sobraron cinco para largarnos a tomar el vermout. Una tal Cristina Cifuentes, vicepresidenta de la comunidad de Madrid, tuvo la poca vergüenza de responder cuando le preguntaron cómo había comenzado en Twuiter

-Por una infidelidad.

Salvando las distancias, todos empezaron a asolarnos con cuestiones personales e inanes, salimos por piernas. Volvimos antes de hora y nos dio tiempo a oír que Jordi Sevilla decía que las redes no son representativas ni democráticas. A mi me dio miedo oír eso.

Todos sentimos mucha pena por la pobre Juliana que tenía que mandar la crónica de esa mesa: ¿cómo se resume a la gente que no dice nada?

Nos fuimos a comer, yo voy a hacer ahora otro tanto. Además no hay quien se lea un post tan largo, ni las encargadoras del informe. Luego sigo.

sábado, 12 de marzo de 2011

Cita pospuesta con el oráculo pipil


Una vez leí en El País que para tener salud mental era necesario mantener una relación de intimidad al menos con dos personas, y me pareció obvio, insoslayable, infalible, urgente: la panacea; aunque no tuviera del todo claro qué significa intimidad o no lo tenga claro siempre. Desde entonces intento apropiarme de ese concepto con imágenes concretas. El domingo la intimidad era un paisaje con manta de cuadros, chimenea, y los gozos y las sombras casi en blanco y negro al lado de una ventana en la que el atardecer iba volviendo la nieve roja, el frío de la sierra ¡qué triste nuestro mundo casi sin frió ni calor! y una conversación con Marisa que se nos atascó mucho rato alrededor del tenerse y no y del regalarse para no perderse. Llegamos allí desde Carlos, ambas lo intentamos rescatar de Nietzche, Kierkegard y Shopenhauer, pero sobre todo de Pascal, el pesimista, que era quien lo convencía de que no se tenía y de que quien no se tiene no puede darse.

Hasta ahí lo normal, intimidad sencilla, esa que aunque te obstines en fijar se batirá con otras tardes. Pero después de cenar, cuando Guillermo y Marisa se fueron a la cama y yo me quedé para aprovechar el rescoldo, saltó de la estantería nada menos que Roque Daltón.

Esa es otra intimidad: que en casa de los amigos se agazapen los talismanes, que pasen años y años acechando el momento adecuado para abordarte.

Nunca he sabido bien si la voz y las palabras de Roque Daltón eran las de todo el mundo en El Salvador y él había sabido soplarlas, o si todos habían incorporado las palabras del poeta como propias. La cuestión es que Roque asistía a todas las citas.

Quedabas con Vladimir Baiza y Roque Daltón, con Luis Alvarenga y Roque Roque, con Marisa Santiago y Roque Daltón, con Fran Lizts y Roque Daltón… Soy espíritu de contradicción, y su omnipresencia impedía que pudiera leerlo bien. Después Daltón adelgazó para convertirse en una sola frase oída demasiadas veces, en la única noticia del otro: Hace frío sin ti pero se vive.

Parece que ya es tiempo de leer al poeta salvadoreño sin tantos contextos, o con otros.

El primogénito

Lo peor no es tener miedo.


El miedo puede estudiarse como un bicho

o como un depósito de estiércol

hurgándole

con un palito


Lo peor es abrazarse al lastre amargo

que las tripulaciones lanzan al fondo del mar,

entre aplausos.


Epigrama

Somos la pareja menos infinita y menos adánica

que podría encontrarse en estos últimos treinta años de Historia

Desde el punto de vista muscular

Apenas hemos hecho poco más que dos perros

Desde el ángulo cultural

Hemos despertado bien pocas envidias.


Pero este amor nos ha devuelto mejorados al mundo

Y, entre nosotros, inolvidables


Ahora vamos a hacer que alguien sonría

o paladee un pedacito de dulce tristeza

hablando de nuestro amor en este poema.


La joie de aimer

No me ames

para agotar tu destino

No me ames

Con la fe de construir una tragedia contemporánea

Ríete a todas luces, cariño


Ríe en toda esta etapa de bella vecindad.

Ríete, ríe

Aunque sea de mí.

viernes, 4 de marzo de 2011

Algo sobre Panamá





La lamentable expulsión de Paco.




jueves, 3 de marzo de 2011

Mis amiguitos

Acababa de decidir que no iba a aparecer por aquí ni por mi vida una sola canción que tuviera más de dos años, que me canso. Pero ya se sabe: si no quieres calda, calda doble. Bajando las escaleras de la casa magnética (¡esa casa!) empecé a oír nada menos que a Bernal. No quería volver a los veinte ni a los treinta, pues toma, ahora a los quince.

El chico que da esos berridos en el vídeo de arriba era el chico más tímido de primero de B.U.P. Desde entonces y para siempre nos convertimos en tres; Iguarbe, Bernal y yo.

Ahora hace muchísimo que no los veo, pero siempre están a mano, basta con ir a Alagón

Uno de los momentos de absoluto al que más vuelvo es al día que me despedí de ellos para irme a El Salvador, cuando íbamos hacia el coche. Aquel día ya habían pasado muchas cosas, Iguarbe había sido discípulo de José María Valverde y conocía a Wittgenstein bastante bien. Bernal se había desahogado con Los Furtivos y había hecho Historias ¡qué iba a estudiar Funes el memorioso! a Iguarbe ya lo habían ingresado unas cuantas veces, a alguien ya le habían roto una pierna currando en atades, yo ya había terminado con las clases en la ribera que eran la excusa para parar en Alagón, a Iguarbe ya le habían dado la invalidez, Bernal había conocido a Begoña y había empezado a trabajar, y yo ya me iba.

Ya no íbamos a volver a estar todos en el paro Ya no nos iban a quedar noches y noches que quemar bebiendo barriles de cerveza y viajando en el tobogán narrativo de Bernal, estupefactos con esas dentelladas lúcidas de Miguel Ángel Iguarbe. Lo sabíamos ese día los tres.

Bernal, a quién nadie llama José Antonio y que desde los catorce años me dice señora dijo:

-Señora, no entiendo que pinta usted precisamente ahora en El Salvador. ¡Te hemos imaginado toda la vida por el malecón, vestida de blanco y persiguiendo a Lezama! Das mucho trabajo.

Siempre ha sido difícil averiguar que esta pensando el Iguarbe, pero yo me oí pensar:

-Mis amiguitos.