lunes, 29 de junio de 2015

Sebastian Fiorilli




Quizá exista un lugar donde la vida pueda llegar a ser un sitio estable,

¡Donde sacudir la alfombra y que suene la sirena de un barco!

Poner las penas a secar con los cangrejos, estrenar una columna
vertebral cada seis minutos,
abrir las palomas y comerles la memoria,
simplemente comprender que lo liviano es dejar caer los párpados,
que existe un lugar para protegerse de la mala intención de los paraguas.