lunes, 31 de diciembre de 2012

Un trozo de monólogo que no sé si viene a algún caso.



Anoche hicimos memoria histórica delante de la chimenea y nos fuimos a la cama asustados. Yo me dormí muy tarde, siempre me pasa, sigo mucho rato después, rumiando. Entonces me acordé de  Pierre Drieu de la Rochelle y, cómo tenemos wifi hasta en las habitaciones desde que llegó el "sin cables en la selva"! busqué esto que escribí a los 23 años y que fue mi primera reseña, y nada más, que lo releí a las cuatro de la mañana y aquí lo dejo.

Hasta me voy a poner narcisa y voy a poner una foto con la cara que tenía entonces, el azar, no sé qué hacía en esta memoria.

Y me voy a barrer y a encender el fuego antes de que vuelva esa poca gente, los tengo palabreando paseos por el valle.

Que ustedes cenen bien y bailen, si es posible, para que les pille con fuerza el 2013. Nos va a hacer falta.


domingo, 30 de diciembre de 2012

Tres respiraciones


Andy Goldsworthy


Existe una primavera inaudita desparramada por las estaciones
y hasta bajo las axilas de la muerte. Transformémonos en su calor:
llevaremos sus ojos.

Levanta tierra el sepulturero, pero más levanta la palabra

Nunca estaremos lo suficientemente atentos a las actitudes, la crueldad,
las convulsiones, las invenciones, las heridas, la belleza, los
juegos de ese niño que vive cerca de nosotros con sus tres manos, 
y que se llama presente

René Char

viernes, 28 de diciembre de 2012

Desde Holandalus




Dalton Ghetti


Los reencuentros

Ese género,  la constatación de que lejos de ser una ilusa tienes cachitos tuyos gozando, sufriendo y viviendo por ahí. Tres expediciones al núcleo en muy poco rato: difícil ponerse a escribir. Ando felizmente aturdida, pienso seguir un buen rato así, inmersa.

Los regalos

Hacía mucho tiempo que no me regalaban nada, mejor dicho, que no aparecían objetos no efímeros en mi vida.  Llegaron todos de golpe: un anillo, un collar, un carretillo y una azada.

Apareció el peine.

El anillo

Me hizo recorrer mi memoria de los anillos, los dos de oro de la abuela Pilar, el miedo de niña de que llevara a su marido en el índice, el que a mi padre se le disolvió con mercurio, el de la bisabuela de Roberto y el día que lo perdí…El día en que decidí quitarme todos los anillos y comprarme uno de autocompromiso que aún me dura. El otro, que llego pocos meses después, en Ámsterdam. Los dos juntos, que llevan unos diez años  siendo omnipresentes.

De los anillos pasé a las manos. La distancia que sienten las dos manos, del encuentro de las manos,de las manos parlanchinas. Tengo muchas historias de manos y de anillos y me producen la suficiente extra;eza como para considerar interesante empezar una colección.

Entonces ya he encontrado un cabo. 

A la niña Blanch le voy a empezar a contar esta tarde mientras ordenamos armarios,contestando a su pregunta de ayer. Reconozco que hay preguntas que debería hacerme yo, pero a veces dejo que se formulen solas, o que me las hagan los demás, que les llegue el tiempo.

Este anillo nuevo es resistente, y es un anillo de camuflaje, ideal para alguien que se dedica a arrancar hierba.

El collar

Es negro, elegantísimo, tiene tantas cuentas que aún no las hemos podido contar.Podría servir en el más decadente París de los veinte, pero está hecho en Sucumbíos por una indígena. No una indígena cualquiera, sino por la prestigiosa prostituta del lugar, la señora que se sienta, porque se lo ha ganado, en la primera fila entre las autoridades.

El peine

La otra noche los tres nos quedamos mirando mucho rato y al unísono el peine amarillo.Va para veinte a;os que el también nos mira. Entonces la memoria me sopló esa frase rotunda. Pero no tengo admiraciones: 

Pedazo de plástico, y nos sobrevivirás.

Hacer

Hacemos diez años aquí. Hemos tenido una semana hiperactiva: una compostera, recolocar internet, poner baldas en la despensa, ordenar unos dos millones de objetos por gremios, conseguir leña, coger fruta, iluminar la sala de moler,arrancar hierba, pensar donde van a ir la cabaña africana y el hamman, ordenar la casa de perros, deslindar trepadoras en las bacas de plantas, hablar del Congo, ver películas sobre Congo, pensar en los Wayu. Cocinar rico. Contarnos lo que aconteció hace diez años. Contarnos, contarnos bien y callarnos mucho rato, también. Ahora esos dos molineros nucleares se han ido a la civi. 

Mañana empieza a llegar la tropa.
Postdata para cazadores de gazapos: el teclado holandés y además me da el sol en la pantalla. 

miércoles, 26 de diciembre de 2012

viernes, 14 de diciembre de 2012

Espinas cuando nieva



Federico Granell



Me gusta mucho, mucho, mucho, Juan Larrea, pero no me cuesta nada elegir poema con él:


Espinas cuando nieva

Suéñame suéñame aprisa estrella de tierra
cultivada por mis párpados cógeme por mis asas de sombra
alócame de alas de mármol ardiendo estrella estrella entre mis cenizas

Poder poder al fin hallar bajo mi sonrisa la estatua
de una tarde de sol los gestos a flor de agua
los ojos a flor de invierno

Tú que en la alcoba del viento estás velando
la inocencia de depender de la hermosura volandera
que se traiciona en el ardor con que las hojas se vuelven hacia el pecho más débil.

Tú que asumes luz y abismo al borde de esta carne
que cae hasta mis pies como una viveza herida

Tú que en selvas de error andas perdida

Supón que en mi silencio vive una oscura rosa sin salida y sin lucha

(Versión celeste, 1919-1931)

martes, 11 de diciembre de 2012

Tojudo, tojudo, mas no, para mí, de autor desconocido.




                                  Jannick Deslauriers


Creo que leer a Girondo me ha dejado el oído goloso y no paro de acordarme de esas frases, esas palabras, que me suenan como campanillas. Esas que suelto, porque no puedo reprimirme, delante de no iniciados, aunque el precio sea deslucirlas explicando su génesis.

Íbamos paseando un amigo y yo, un poco orejas somos los dos, nos precedía una pareja peculiar: él  altísimo, podía haber arreglado los cables de telégrafos subido en una silla, y ella diminuta. Ante nuestra estupefacción, él dijo, después de inclinarse treinta grados:

-Tojudo, tojudo, si tú cambias, yo cambiade.

¡Eso es un conjuro! Exclamó mi acompañante. Yo me lo creí y aún me da por decir tojudo de cuando en cuando. Este verano conté la anécdota comiendo y dejó bien indiferentes a todos, menos a Yeray, que tiene ocho años y no paró de repetir el tojudo, tojudo durante días para regocijo de mi oreja y sin que viniera a cuento. Es muy bueno tener esas moléculas libres de sentido para aliviarse. Lord Miércoles y yo nos comunicamos chevere con el tojudo.

Siempre he tenido buena suerte, aunque de eso uno se da cuenta mucho más tarde. Aquél ático era la bomba, como Charlene. Un par de capítulos bien se podrían titular Puerta de Toledo. Mas no.

El cantadito a Puerta de Toledo nos lo trajo una sevillana  que nos dejó perplejos, imantados, locos perdidos, a los peninsulares y a los nicas. La sentamos en el balancín de la terraza, la pusimos a hablar y era como estar en el teatro. Decía

-Salimos temprano porque queríamos comer paella, mas no.
-Me quería, mas no
-Murió, muy joven, de cáncer, parecía que se iba a salvar, mas no.
-Sembramos coles, mas no.
-Éramos felices, mas no

El giro dialéctico del “mas no” marcó nuestro territorio tribal, y se contagiaron muchos que no habían visto la puesta en escena.

El tercer episodio es remoto. Veníamos de Lisboa en diciembre y caía una nevada espectacular, nos obsesionamos con los frenos y paramos en Sigüenza para que los revisaran. Mis primos de aquel lugar quisieron aprovechar el rato de taller para enseñarnos la catedral. Bueno, ellos no, el mismísimo Dean. Anochecía y estábamos inquietos, pero se nos pasaron todos los males después de oír a aquel hombre.

- Capilla del Cristo de la Misericordia, construida en 1498 por Miguel de Aleas y Fernando de Quejigas. Para mí, de autor desconocido.
-Capilla del Espíritu Santo obra de Hernando de Arenas según un diseño de  Esteban Jamte y costeada por el obispo Fernando Niño de Guevara hacia 1561. Para mí, de autor desconocido.
-Púlpito del Evangelio.Se construyó este púlpito a finales del siglo XVI, Se sostiene sobre una columna cilíndrica de fuste estriado con capitel jónico-corintio, fue construido por el artista Martín de Vandoma el año 1572. Para mí, de autor desconocido.

P. D. Días más tarde de que reapareciera el tojudo descubrí entre las pinzas una coplita de autor desconocido que dejo aquí consignada, por si se me olvida, aunque es difícil con ese ritmillo.

La molinera ilustrada
guarda en el pecho
la monedita alegre
de sus recuerdos.

Decía un papelucho que ahora no encuentro.

lunes, 10 de diciembre de 2012

En el país de la magia




Michael Thomas Hill



Vemos la jaula, oímos el aleteo. Percibimos el ruido inconfundible del pico
afilándose contra los barrotes. Pero no hay pájaro.
En una de esas jaulas vacías, oí la más intensa gritería de loras de mi vida. Por
supuesto, no se veía ninguna.
¡Pero qué ruido! Como si en esa jaula se hubieran hallado tres, cuatro docenas:
“…¿No estarán un poco apretadas en esa jaulita?, pregunté maquinalmente,
aunque añadiendo a mi pregunta un matiz burlón a medida que me escuchaba
pronunciarla.
“Sí…, me respondió su dueño con firmeza-por eso chillan tanto. Querrían más
espacio.”

Henry Michaux

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Cefalópodos encantados


Alma Alloro



Tengo, en un altarcito, abierto, en mi habitación, un libraco enorme y viejísimo de aracnología e invertebrados. Lo compramos hace muchos años Carlos, Fran y yo, en la plaza Ula-Ula. Las ilustraciones son hermosísimas, puedes estar horas pasando esas páginas.

Nos costó diez pesos y, como los reunimos entre los tres y la cosa era disfrutarlo, anduvo de casa en casa como un relicario. Cuando yo me venía lo echamos a suertes y me tocó. Ahora es uno de mis pocos tesoros.

Por eso, encontrarme ese híbrido de calamar y mariposa ocelada parpadeando, me ha sobresaltado.  Es como si se hubiera salido del libro y hubiera venido, desde mi cuarto hasta la pantalla del ordenador, a darme alguna encomienda.


martes, 4 de diciembre de 2012

Si una noche de invierno...



Keith Sharp

Si una noche de invierno subida de tono me hiciera una auto entrevista y me preguntase quienes han influido más en mi estilo al escribir, respondería sin dudar que mi madre y mis tías.

Mi madre, sobre todo, que tiene dos registros claramente diferenciados. Para ella no es lo mismo hablar que narrar. Hablar es para informar y contar es para regocijarse. El que narra maneja el tiempo a su antojo y puede preparar un café o perorar sobre distintas formas de hacer la cama si le place y es capaz de mantener tensita la cuerda de nuestra atención. Hemos ido olvidando narrar, lo hemos convertido en una cháchara difusa porque creemos que no tenemos tiempo para oír ni para ser oídos. Dice ella. Y es que la Arse es capaz de cortar en el punto álgido de la historia para irse a comprar limones. Si le insistes se rezaga, retrocede, amplia minucias que ya relató, y si la interrumpes más, amenaza.

-Oye, no seas impaciente, o te lo cuento como yo quiero o no termino y te quedas con la duda

Eso es estar segura. Pero sobre todo rinde en equipo, con las hermanitas. Ellas tienen la responsabilidad de elegir los motivos en el azar de lo que acontece, porque esos relatos familiares tienen que durar más de un invierno. Cuando creen que los tienen, ensayan e improvisan, juntas y por separado, con diferentes públicos. Y nos contagian. Hablaba Lezama Lima de esas historias que los iniciados pueden evocar enteras con una frase brevísima: Marna, a soene in Pompeya, era la sofisticadísima de sus parientes cubanos. En las cenas con mis primos siempre hay alguien que se atreve con el discurso de mi madre sobre su vocación de bandolera o las trastadas de la tía Carmen en su único viaje en barco.


Hace poco estuvo Carlos ayudándo con algunas cosas a Carmen y se quedo hipnotizado  por una de esas historias, pero aún le asombró más cuando le repetí las frases que ella había utilizado: casi, casi, las sabemos de memoria, en ese casi, en las diminutas variaciones de lo mismo es donde está la ganancia

-Tuvo una vida horrible, fue la única cuerda entre muchos locos, pero lo peor es que todos creían que se lo había buscado porque fue ambiciosa.

Sin duda el día más literario del año es el día que las llevo a Tabuenca. La mañana suele empezar con un buen vino en el patio de Ángela, que nos da la llave del cementerio a donde nos dirigimos para hacerle la visita anual a la tumba del tío Ángel y pasar la mañana hablando por allí. Nos gusta ese cementerio. Que esté en medio de un monte, que lo hayan invadido los lirios y queden tumbas muy viejas.

Emma y yo inventamos biografías por la foto y la fecha mientras las otras prefieren describir a los que conocieron. También hablan un poquito de su propia muerte, Carmen tiene noventa y uno, Aurora ochenta y muchos, pero las sister son vitalistas, antes de morirse tienen que hablar mucho y , sobre todo, tienen que ir a tomar el vermouth a Borja.

Suele ser en primavera, es el día que más bítter sin tomo en el año. Y también es el día que mejor sé qué es la literatura. Sobre todo cuando ellas pasan de la tercera ronda.