lunes, 3 de noviembre de 2008

Aunque seamos malditas


Parece un espejismo, pero es un espejismo que se ríe 
Eugenia Rico


Cuando leí La muerte Blanca no conocía a Eugenia Rico. Era verano y recuerdo la certeza, mientras leía esa novela, de que aquella autora concebia la escritura como yo, había un montón de briznas que comunicaban la aparente sencillez con otra cosa, se notaba que sabía aludir disimuladamente, y también que sabia borrar.

 Luego la conocí en una fiesta y nos convertimos en cuatro que me gustan, a veces nos juntamos las cuatro: somos dos amigas que toman un té en una cocina desdobladas en lectora y escritora. Parecemos salidas de una invención de Italo Calvino. 

La ultima vez que la ví, hace unas semanas, me dijo: casi 500 páginas. Y yo llevo repitiendo eso como un mantra desde entonces: 

-¿Más de 450 páginas sin paja Eugenia?, le volví a preguntar por teléfono.
-Tranquila que es buena-Me contestó. 

Y no era vanidad, era la sorpresa de quien más que escribir transcribe.

He estado merodeando alrededor del ejemplar que llego el viernes (aunque ya había trasteado en el pdf que aún me asustaba más) y hasta esta mañana no me he atrevido a abrirlo. Ahora estoy aliviadísima. Llevo 107 páginas y he parado: es buena y, lo que es ¡casi más importante!, no es larga.

¡Estoy salvada otra vez del nepotismo cuando escriba la reseña!