jueves, 28 de mayo de 2009

Se dissoudra dans l´algebre des significations possibles


Yo ahora te cuento las minucias en el blog, le dije ayer a Tatiana, que me preguntó por las minucias. Y luego pensé que este blog parece una novela vaga e interminable y decidí callarme, ¡para mi genio, que ya no tolera ni las cortas! 

Pero hoy es otro día y ahí van, las minucias:  he montado una cadena de germinación y me estoy preparando desde el lunes la ensalada del viernes. A falta de tierra agua. Mejora mis procesos neuronales asistir al lento crecimiento vegetal. Pensando en el futuro también he estado mirando aboneras, creo que voy a preparar este verano un par de aboneras en el molino, necesitaré madera, gusanos, clavos y otra psicomótricidad, pero lo intentaré. No van a ser todo brotes y florecillas. Necesitaremos detritus, y fiemo. 

Siempre había dicho que si me reencarnara sería cocinera, ya no, más después de hablar de esto con Blanca que dice que solo soy feliz del todo cuando juego con la tierra, tendre que  ser, aún sin reencarnarme, y  a la fuerza, agricultora. 

Después, y mientras, he estado dándole la vuelta al libro de André Hirt que me regaló  Antonio. Más que un libro ha resultado ser un fijador de nociones, o una conversación que me estaba haciendo falta (si no me conoce er Ezpeleta ¿quién?)  Musil, le feu et l´extase (contributión á une vie exacte)  se titula,  gracias a ese librito he conquistado el trozo de la mesa de escribir a mano y el rincón que confía en la memoria, ¡y el rico trasiego de ir y venir a la estantería!  Seguiré con El hombre sin atributos y El Calidoscopio, no hay de otra. Gracias Antonio, por tu exacta y legendaria contribución a mi inexacta vida 

C´est tres important, la Santón está con la pata chula y pasamos el día casi juntas a través de los diferentes agujeros comunicativos, cientos me parecen,  que como poros,  mantenemos abiertos, a veces tengo la sensación de estar en su jardín.

Hago mucha mermelada de limón, con poco azúcar, negro, y la cáscara, deja regustillo a gin-tonic. 

También es verdad que tengo unas extrañas y variopintas amigas en el bar de abajo y algún día, pocos, entro y me tomo un gin tonic con ellas, capitulo aparte y buena compañía ese trío. 

Nado cuarenta y cuatro largos cuando anochece ¡impresionantes atardeceres violetas y rojos desde el agua! 

La interrogación es de Juan José Ruiz Fernández

no pienso en nada nadando.