domingo, 2 de junio de 2013

El domingo del pan con chorizo.



Cuando (¿se deja, dejas, dejo?) de escribir durante muchos días (¿se vuelve, vuelves, vuelvo?) de puntillas. Pidiendo permiso. Sin recordar del todo qué es eso de escribir. Pero la mañana  me ha gustado mucho y me he permitido una narración escolar.

Taida llama tempranito, no puede venir porque le duele una muela. Vaya. Pero luego llama mi madre, que si voy al huerto se vienen a verlo Emma y ella, que además tiene que pasar por su casa a por unos chorizos y unas longanizas. Están cortadas todas las calles del pueblo pero, por intuición y saltándonos direcciones prohibidas entre las tres, llegamos. Ya están la anfitriona, Concha, Pedro y Zoe. Se ha roto la bomba y nadie tiene ni idea.  Emma dice que ella sí, que ella sabe lo que le pasa a la bomba, pero que no tiene fuerza para desenrroscarla. A esas alturas ya nadie la escucha porque ha empezado el trasiego de cubos de agua, las excursiones para explorar los territorios y remontar la acequia y las observaciones verduleras. Vaya, que pasamos de desatornillar. Entonces mi madre exclama “que viene Matías, él lo arreglará” y Emma y yo nos encontramos a mitad de carcajada

-Esta mujer es idiota, no sé si es que está enamorada, dice que Matías lo arreglará, anda, anda.

-Se me va la cabeza al chorizo.

Me dice Concha, interrumpiendo la observación de una pimentera. Y nos ponemos, a la chita callando, a preparar brasas. Mientras ha llegado el lento de mi padre, le cuesta todo un siglo, se ha acercado a mirar la bomba y ha vuelto diciendo:

-Que me ha dicho que no la toque, que quiere un fontanero de verdad.

Y ha seguido jodiendo con que si tenemos planes de exportación, y un rato después ha sido esa conversación que he oído miles de veces (más o menos) y que me sigue gustando:

-Venga, Matías, vamonos, que tengo que hacer la comida y viene tu hermana a comer
-Me apetece comerme un chorizo
-Vale, pues nos quedamos.

Pero lo mejor del almuerzo ha sido cuando a mitad de bocadillo mi madre ha estallado en otra carcajada que no la dejaba hablar:

-Os invito a comer, a todos, eso sí: tengo migas con chorizo.

Cómo rehusar, media hora después hemos seguido en otro sitio con la misma dieta.