sábado, 28 de noviembre de 2009

Sobre pájaros y poetas


Tengo un pájaro, un pico de coral, lo heredé, yo nunca adquiero responsabilidades con seres vivos indefensos, no me siento capaz porque siempre me he sentido indefensa. Pero me sentó bien quedarme con el pichi, ya hace siete años que siempre está a mi lado. Alguna vez conté por aquí su historia. Es un pájaro alegre, sociable, de costumbres regulares, vivaracho, poco más grande que un colibrí. Me hace gracia que suene de fondo el pichi en todo lo que grabo. Se baña a las once y siempre contesta cuando le pías.

Se escapó la otra tarde, a veces se escapa, y se quedó encajado entre el enorme mueble y la pared, cada mucho rato le oía aletear; no sé si me producía más angustia el aleteo o el silencio, lo intentamos sacar con un palo de escoba, con una regla muy larga, pero nada, lo logré rescatar a las dos de la mañana. Desde entonces está asustado, anoche no se dormía, pío como un loco hasta las tantas, hoy ya son las doce y aún no se ha bañado. Le pongo música, siempre ha sido un pájaro melómano, la del blog de Nuria le sienta muy bien, tiene buena mano Nuria , aunque su especialiad sean los peces. Me siento como la enfermera de un ser que abulta como mi dedo gordo, sólo se me ocurría hablarle, entonces me puse a indagar sobre pájaros, acabo de darle zanahoria, imagino que le alegrará la jaula, aunque no quite el miedo, ni los barrotes, sin barrotes su destino serían unas fauces.

Hacía pocos días Miguel Casado me había recordado en su libro "La experiencia de lo extranjero" al pájaro de Francis Ponge:

Creí poder escribir mil páginas sobre cualquier cosa, y resulta que con menos de cinco ya estoy sin aliento, y me desvío hacia el inventario. No, me doy cuenta de que de mí (y del pájaro) puedo ingenuamente sacar otra cosa. Pero en el fondo lo que importa ¿no es captar el nudo? Cuando haya escrito varias páginas, al releerlas percibiré el lugar donde se encuentra ese nudo, donde está lo esencial, la cualidad de pájaro. Creo que lo he captado ya. Dos cosas: el pequeño saco de plumas y el fulminante despegue caprichoso (el asombroso despegue). Al lado de esto, también la cabecita, el cráneo triturable, las patas de alambre, el mecanismo de desplegamiento-desplazamiento, la extravagancia de las curvas del vuelo. ¿Y qué más? No, no va a ser fácil. Voy a recaer quizás en mis errores a propósito de la gamba. Valdría más entonces dejarlo en estas notas, que me disgustan menos que un opus fallido.

Varias veces he tenido también la idea -es necesario que la anote- de hacer hablar al pájaro, de describirlo en primera persona. Tendré que probar esa salida, tantear ese procedimiento.


Y, ¡cómo no!, también recordé un estupendo libro de Óscar Solsona, "La superficie del pájaro" que algunos días dejo abierto y que se puede leer entero en la red, allí dice por ejemplo:

continua el vuelo
sobrevolando calles edificios otras plumas

campos del hombre

por miles de kilómetros o en un centímetro

maquinarias hasta lo intacto
hasta llegar a nuestro intacto
acariciando la superficie pájaro
muchas veces pronunciar pájaro
y no temer la forma del texto

y también:

la superficie del pájaro
es un oráculo cotidiano
al alcance de unos pocos
de todos

de quien puede
de quien quiere

La imagen es también de Francis Ponge

p.d A mi me entusiasma ése francés y me encantó que a Miguel Casado también.