martes, 6 de noviembre de 2007

Fina estampa



Comparto con Matías progresiones y regresiones sin parar. Mi padre se empeñó en que me apropiara de su biografía, y como es lento y tenaz, todos los días pone a prueba mi paladar con algo que le gusta a él, y después me observa, sin esperar reacciones, solo por mirarme.

Ahora estamos los dos empilados con los Mp3. Mi madre me cuenta que algunos días vuelve de pasear a la perra con la misma cara que si viniera de viaje. Es la música, que lo lleva a Argentina, a Chicago y después nada menos que a África. Y también le van viniendo a la memoria canciones que quiere volver a escuchar, no muchas.


-¿Me harás una transfusión, un poquito de María Dolores Pradera? .

Como esto de los blogs permite decir lo que nunca se hubiera dicho, y hay cosas que deberíamos contar siempre, contare que ahorita mismo, después de escuchar esta canción, el Fina Estampa, con mi padre, y comentar el cambio de lenguaje, el mudar de modos, le he dicho:

-Nacho. A Nacho se le puede cantar esto aún. Él es el fina estampa del mundo literario.

Y me ha respondido

-Pues entre lo que me cuentas y lo que he visto a través de los años, parece que si.

-Además es un vals peruano, encaja, y esta versión le va a gustar.




¿O no es Nacho Fernández para los que tenemos la suerte de conocerlo esa veridita alegre y el caballero también?

(me matan si me ven perder el tiempo mi socio y mi padre precisamente ahora: voy. ¿lo pongo?¿lo pongo ahora o callo para siempre?)

Cirlot




Si tuviera tiempo, si no tuviera dos ordenadores encendidos y mil retos técnicos, además de las tareas normales pendientes, hoy me pondría a contar cosas sobre Cirlot. Sobre su Diccionario de Símbolos, una de mis compañías, sobre sus amores con Bronwyn y las secuelas que tuvo para él ir al cine, y contaría aquel día estupendo en Punta Umbría, la grandísima sorpresa, el banquete de Pere Sousa recitando a Cirlot, fue un placer oír a Cirlot en su auténtica dimensión, la de poeta del sonido, y contaría también como era la cara de Laura cuando me preguntó bajito:
-Pero ¿de verdad te gusta?.

Pero no tengo tiempo. Como aperitivo he elegido dos poemas cortos y retumbantes, de Bronwyn:

Uno con pregunta:

"Mira, son las nubes

¿te subes?"


Y otro para la antología de los pronombres personales:

Tuyo no huyo

Fluyo tu yo