domingo, 13 de diciembre de 2009

¿Con qué se piensa?


Cuenta Rafael Sánchez Ferlosio en Vendrán más años malos y nos harán más ciegos que, según Jean Piaget, cuando a un niño se le pregunta con qué se piensa contesta sin dudar:

-Con la boca

Él hizo la prueba cuando su hija tenía tres años y recibió la respuesta prevista, que no dejó de asombrarle -lo previsto también asombra- y le azuzó las ganas de averiguar más:

-Sí, pero ¿cómo se piensa?

A lo que la niña, otra vez sin dudar, le respondió:

-Mira, así: mmmmmmmmmmmmmm

Estoy convencida de que el arte de la conversación es el de recuperar la capacidad de pensar con la boca, de concederse el tiempo del mmmmmmmmmmmmm en el que batir extrañamientos con el otro, para que las palabras no se agrupen en un caparazón de rezos.

A cierta edad se siente el pudor de la onomatopeya: nos cuesta pronunciar esa eme prolongada que es el borbotón en el que se cuece el pensamiento, pasear es el mejor remedio para compensar esa carencia.

Cuando nos hacemos adultos son los pies los que ayudan a la boca a pensar.

Imagen Alfredo Jaar