Ya hace un buen rato que lo sé . Sé que se ha muerto Vicente. Pero hago como que no se ha muerto. Hay gente con la que has hablado tanto y tan bien. Entonces se produce el intercambio molecular irreversible.
A mitad de cena ha llegado un mensaje de voz, uno de esos cálidos batiburrillos con los que me abraza Inés desde lugares próximos y remotos. Me contaba que se había muerto el padre de un gran amigo suyo: Darío.
Entonces sí me he visto quitarme el delantal ceremoniosamente. Y he recordado a Darío pequeño, y he visto a mi madre y a Vicente dale que te pego en el bar. Solucionando el mundo. Y he reconocido poco a poco ese montón de moléculas dispersas que me habitan y son de Vicente Ferrer, y que aquí se quedan de momento. Dando toda la guerra que sepan.