jueves, 7 de junio de 2012

Descendiendo desde la sombra de unas libretas hasta la torre.









- ¡Cómo no va a estar espesa!¡ si lee a Hegel en verano!


Exclamó el que era por entonces mi marido. 


-Hablas y hablas y hablas, pero nunca de lo que te afecta. 


Dice en otra nota, seis meses después.


Nada me produce tantos sobresaltos como releer las libretas viejas, esa pócima de familiaridad y extrañeza. 


Ahora ya puedo relacionar las malas épocas con una letra estricta, regular, patéticamente recta.


Otra nota decía:


Dice Javier que Cirlot es uno de los grandes sonetista, no por debajo de Lorca


Sigo teniendo esa manía de anotar frases literales, está bien hecho, son como trinquetes a los que amarrarte en caso de necesidad, y son el senderito por el que viniste.

Dos años de libretas me han dejado mucho más exhausta que si hubiera estado leyendo a Hegel (ya no lo hago, los años nos dan virutas de sensatez). 


Me he vuelto un rato con Brownyn y  Cirlot, y otra vez los he disfrutado,  lo siguiente a disfrutar leyendo es copiar lo que has leído.


La imagen es de Widfredo Lam






Con Bronwyn

                            Yo también estoy hechizada
                                                                    Bronwyn


Algo me está buscando por el campo,
o por el bosque negro que fue verde:
Algo de claridad pero sin forma,
como un sonido inmenso que bajara
desde un cielo apartado
por el cielo que existe.


* * *

Nunca supe quién soy,
pero voy
a ser lo que tú quieres sólo siendo
en el sol absoluto donde ardiendo
mueres porque eres.

Voy a ser la eternamente llama
de tu espiga de fuego;
mi resplandor entrego
a tu doliente niebla que me llama.

Caigo en tu corazón que ha de perderse
para que aprenda a rehacerse
desde el cristal azul del océano
al sarmiento quemado de una mano
cerrada al deshacerse.

* * *

Los álamos inciertos de las almas
se alejan por el campo.
Los álamos se alejan, Bronwyn.

Los gritos permanecen y el incendio.


* * *

¿Creíste que no te oía
cuando dijiste:
subes bajo las verdes nubes,
de la tierra que hiciste
blanca en un mediodía
rojo como la herida en que perdiste
lo que a tu corazón te unía?

¿Creíste que no te oía
más allá de las olas
cuando las sombras solas
eran mi todavía?

* * *

Por las sombras desciendo hasta la torre
y vuelvo a ver el mar rojizo
anaranjado.

Y vuelvo a ver los muertos, la corona
de flores aterradas.


¿Creíste que no vendría
junto a las negras rocas,
cuando de nuestras bocas
el cielo renacía
convirtiendo el espacio
en de plata palacio,
la distancia
en nuestra eterna estancia?

¿Creíste que era muerte
la noche de la suerte,
y el fin de la canción
mi desaparición?



Un nombre estaba escrito sobre el agua,
fue dicho desde el agua, Bronwyn,
entre cienos y miedo a los abismos
bajo las grandes aves transparentes.



* * *

¿Pudiste imaginar
en la noche del mar
que no respondería,
sin hallar
la voz con que diría
dónde me has de encontrar?

¿Pudiste suponer
en la niebla del ser
que no contestaría
y que no encontraría
la voz para poder
responder?

¿Y pudiste pensar
que jamás tornaría
tu nombre a concitar?