miércoles, 14 de mayo de 2014

A la recherche des sens perdus


Walker Evans


Cuando utilizo más herramientas literarias es cuando intento narrar hechos documentados.Me he pegado toda la vida decidiendo no escribir ficción, eso por fin está decidido, pero cuesta mucho huir de ella cuando eres consciente de todo lo que implica.

Entonces encontramos una biblia, un diccionario, un reflexionador: "Elogiemos ahora a los hombres famosos" se titula. Me lo recomendó Pepito, y creció tanto que recuerdo a Inés dictándome un texto por teléfono que yo le tecleaba a Blanca.


En una novela, una casa o una persona deben su significado, su existencia, exclusivamente al escritor. Aquí, una casa o una persona sólo tiene su significado más limitado a través de mí: su verdadero significado es mucho más vasto. Es porque existe, vive realmente, como ustedes y yo, y como no puede existir  ningún personaje de la imaginación. Su gran peso, misterio y dignidad residen en este hecho. En cuanto a mí, sólo puedo contar de ella lo que vi, con la exactitud de la que soy capaz en mis términos: y esto a su vez tiene su categoría principal, no en cualquier capacidad mía, sino en el hecho de que yo también existo, no como una obra de ficción, sino como un ser humano. Debido a su peso inconmensurable en la existencia real, y debido al mío, cada palabra que digo de ella tiene inevitablemente una especie de inmediatez, una especie de significado, en absoluto necesariamente "superior" al de la imaginación, sino de una clase tan diferente, que una obra de la imaginación (por muy intensamente que la extraiga de la "vida") sólo puede como máximo imitar débilmente una mínima parte de ella

                                                                                                                            James Agee

¿Vas a conseguir que te crean?





 Después unos cuantas semanas averiguando qué más quieren los ricos de los pobres y revisando los mil disfraces terminológicos que están utilizando para conseguirlo (contaminan terminología  tan impunemente como derraman el petroleo, ¡ no ha hecho más que empezar la charca hedionda que están montado alrededor de la palabra emprender! )

Pues eso, después de unas cuantas semanas rezando no es posible, poniendo al lado los problemas de salud de los Mapuches intoxicados por las petroleras y los anuncios idílicos de Repsol, me acordé de La invasión de los ladrones de cuerpos. Acabo de volver a verla y ha superado con creces la metáfora del comunismo que todos le atribuyeron para convertirse en una película de rabiosa y terrorífica actualidad.