jueves, 21 de abril de 2011

Hubiera llovido a la menor vacilación de un pájaro



Luego pensé que era injusta considerando que nuestra comunicación es como agua de selz.


Gracias a facebook encontré a Taida, veo la fotos de la primavera parisina de Tatiana, tengo el placer de leer a Luis Alvárez, ¡leo los chistes de Sonia! a Nacho, a Madu, a Merche y su camino del agua, sé en qué exposición anda Luján, en qué piensa Luis Cancer, coincido en muchísimas opiniones con Pepe Murciégo, recibo noticias de Care Santos, sé cual es la próxima convocatoria de mi nunca bien ponderado Escarpa, o de los nunca bien ponderados Soperos, intuyo en que andan el Tibu y Vladimir, participo de algún modo en la inauguración de La Louchette, todo esto, y muuuuuuucho más, mezclado con un montón de gente que también está allí, a la que no conozco de nada, y que dice cosas que no entiendo, seguro que no les presto la suficiente atención, vaya, que las redes son como un bar. Me sigue dejando perpleja que alguien ponga la foto de una pierna y les guste a cincuenta y siete y luego alguien diga algo buenísimo y sea recibido con un silencio sepulcral. Es un extraño termómetro para la autoestima el facebook. En todo caso yo no participo, sólo miro, porque cuando digo algo tengo la impresión de estar quedando fatal por hablarles a unos y a otros no, y no me suelo sentir con ánimos para hablar con todos y al mismo tiempo.


Me he puesto a hablar del Facebook porque esta mañana, que amaneció plomiza, "hubiera llovido a la menor vacilación de un pájaro", me he reencontrado, por azaaar, el poema de Juan Larrea que prefiero en el faceebok del Ezpeleta, que también es el que prefiero.


¡Nada reconforta tanto como toda una vida coincidiendo!

merci Antuan.


Espinas cuando nieva


Suéñame suéñame aprisa estrella de tierra

cultivada por mis párpados cógeme por mis asas de sombra

alócame de alas de mármol ardiendo estrella estrella entre mis cenizas


Poder poder al fin hallar bajo mi sonrisa la estatua

de una tarde de sol los gestos a flor de agua

los ojos a flor de invierno


Tú que en la alcoba del viento estás velando

la inocencia de depender de la hermosura volandera

que se traiciona en el ardor con que las hojas se vuelven hacia el pecho mas débil


Tú que asumes luz y abismo al borde esta carne

que cae hasta mis pies como una viveza herida


Tú que en selvas de error andas perdida


Supón que en mi silencio vive una oscura rosa sin salida y sin lucha


El título es de Larrea, claro. Y la imagen de Klee