lunes, 13 de agosto de 2018

Las notitas.







Con la desaparición de mi madre y la llegada  del whasapp terminó la gran tradición familiar de dejarse notas en el reverso de los sobres del banco. Todos las dejábamos pero eran más poéticas las de la Arse. Un arte trufar encargos chatos de pan y chorizo con sugerencias inesperadas.

Siempre me han conmovido mucho las notas. La de Luis Cancer en el frigorífico: "Es una felicidad tener una casa donde puedan descansar los amigos. El café en el segundo cajón, la tostadora está rota pero queda mantequilla y mermelada"

Acabo de recibir una que me ha parecido hermosa, mis horarios de trabajo parecen una liga de futbol:

Queridas compañeras:

Recapitulando para Guille: cancelamos la sesión de hoy porque internet, mercurio retrógrado y los efectos del eclipse solar de ayer (no es broma) no nos dejaron. Como conversamos, la propuesta para continuar con nuestro espacio es:
lunes o martes, 18:30 hrs. Colombia y México, 20:30 Uruguay y Argentina, 01:30 España. 
Mil gracias por tu solidaridad, seño Marta 😘 
Por favor, Guille, confírmanos lo antes posible qué día te queda bien.
Yo puedo los dos. ¿Chicas?
Besos a todas, lindo domingo
😍 
J



sábado, 11 de agosto de 2018

Silla felicidad






La caída de vuestros cabellos es el ángel que me eterniza señora
pero cada día nos sirve un ala de horizonte posible
en la vajilla que rompe vuestra risa
sobre el fondo incansable de vuestro carácter
El abanico instalado en vuestro aire de familia
retiene su soplo y vuestro rostro se aquieta
fuera hace entonces frío todas las piedras están huérfanas
todos los puños cerrados todas las cenizas al acecho
cada gota de sol testimonia una voluntad opuesta a honrar vuestras deudas
Parcialmente sentado sobre un filón de alma no me atrevo
a oscilar de miedo a que cielo y tierra rechinen los goznes de nuestra vida privada
si yo os contemplo la noche deposita un sauce en la llanura de los suspiros
si me duermo el viento abre el armario de mi espalda
y deja huir las alas de los verdores
Juan Larrea
Traducción de Gerardo Diego

viernes, 10 de agosto de 2018

Qué gusto que se llene la casa de gente.




Y los ciclos, todos los años vuelve esa banda única de Alberto que son muchas bandas. Y esta casa se vuelve muy feliz, muy joven y muy loca, aunque perfectamente organizada.




Y Carmencita, que ayer cumplió tres años menos, esas cosas pasan, y nos pasan estando juntas. Y la gran So Fia.




El concierto anual de Alberto Acinas es como los terremotos, no se deja narrar. Empieza el día anterior y luego sigue un par más.

Mi familia del verano. Los quiero un chingo.


jueves, 9 de agosto de 2018

Gratitud



Mar Arza

2- Aquí estamos otra vez

Después de tanto silencio llegó uno de mis seres humanos favoritos y seguimos la plática suspendida hace veinticuatro años. En junio del 94, diría José Antonio, que es muy preciso. Trajo un hilo que se pone de todos los colores, ¡ese Funes! y empezamos a zurcir, de los catorce a los treinta el terreno era diáfano, desde ahí vamos a ir avanzando en todas las direcciones.

Aunque, Un metro cuadrado de tierra (y una manguera) es bastante

martes, 7 de agosto de 2018

PSSSSSSSSSS¡Habla bajo que está tu padre durmiendo!






No paro de predicar, a veces me oigo con eco. “Lo mejor a lo que se puede aspirar es a una vida llena de contradicciones y bien conversada”. Por eso me he tirado por un barranco de silencio durante cuarenta días. Sospechaba la cifra pero lo tuve que constatar luego.  Ha sido  una cuarentena reveladora:  aprendí a distinguir ruido y sonido, atravesé todos los ánimos  sin nombrarlos, recordé mucho mejor los sueños y, poco a poco, casi consigo oírme callada: pero cuando más próxima estaba de esa meta escuché a mi cerebro aplaudiendo, dándome las gracias por la ampliación del espacio.

lunes, 6 de agosto de 2018

Del silencio a los cantantes




1-Tábula rasa

¿Cómo es pasar tanto tiempo sola? Miguel me lo preguntó en un chat escrito, pero yo imaginé esa pregunta en la voz. Y, mientras subía a abrir el riego, pienso muy bien en ese tramo, caí en la cuenta de que estar tanto tiempo solo se concibe desde fuera y como algo extraño: privilegio absoluto o la peor de las condenas. Hace mella en el imaginario la imposición de este puñetero reduccionismo dicotómico. Nuestra caricatura del anacoreta que habita un catamarán en la playa y la del novelista en una casa de campo provienen de una pastelería intelectual, esos establecimientos proliferan.  Por supuesto nadie deja a sus parientes unos días, se recluye en un lugar,  más o menos lejano, fingidamente inaccesible, y, casi sin darse cuenta, deja a la altura del barro a Carson McCullers. ¡Quístense el romanticismo mercantil de encima, que pesa! ¡aunque sigan fumando!

En todo caso la soledad  con mayúsculas es el género desconocido para la mayoría que yo tengo el privilegio de poder intentar contar. Si la pregunta iba en serio había que responderla con sustancia. Entonces caí en que la soledad sin silencio padece cojera. Y aunque aquí también haya ruidos tan previsibles como el del santo misterio del frigorífico, ¡Solamente podemos oír su gruñido  cuando calla! (Decían Jhon Cale y Alberto). Cuando logro dejar de oír  el guirigay exacto de la cocina, caigo, como Alicia, en un tiempo nuevo de grillos, gatos pájaros, avutardas, perros, moscas, lagartijas, abejas, sapos y camaleones. Ahí dentro se queda el universo de los plazos y el terror a la puntualidad de las máquinas. Y yo me quedo aquí afuera, muy quieta. Como casi no me notan los pájaros siguen pasando la tardada en la cuerda de tender. Otra pata de la soledad es la quietud. La parsimonia: economía, ahorro, moderación, frugalidad en el gasto y templanza en las pasiones.


Por supuesto no he hecho un voto de silencio, no tengo un temperamento religioso y no saludar a José cuando viene a polinizar los chirimollos hubiera sido el peor de los ruidos. Pero he pasado mes y pico oyéndome, cansada y encantada hasta que y casi  logré  callarme. Entonces llegaron los cantantes, primero uno y después el otro, y nos pusimos a entonar.