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Lo primero que hizo Sonia cuando llegue a cenar anoche fue vestirme de anarquista para la suculenta y elegantísima y deseada y bien conversada cena en el porche de su casa.
Después de un mes limpiando casi ininterrumpidamente ayer apareció la chica virtual para rescatarme de mi cenicienta y lo que es mejor, del asfalto.
No deja de impresionarme esto de poder abrazar a la Santón por la cocina después de tantas horas de Skipe, messenger, blogs y teléfono. Escribir desde su rincón, con su ordenador, mientras ella pone la lavadora y luego plancha. Hay personas con las que eres más tú, incluso amaneces en un tú que desconocías y te alivia de repeticiones.
Ya puedo pensar en el tiempo y acotarlo, me quedaré toda la semana en Madrid, y ya puedo volver a cuidarme las manos, ahora podría lijar sin dificultad unas cuantas puertas, casi llego al muñón sellando con cal las baldosas de la cocina, claro que no urge, no tengo previstos usos delicados
P.D. ya sé que debo mil correos, no le he contestado a nadie, mil disculpas, dentro de una semana o por ahí volveré por estos lares.