viernes, 28 de septiembre de 2007

Merche, una interlocutora con bemoles

Merche ríe mucho, aunque en esta foto no lo parezca, esta enamorada de todo: De su pueblo, (me contó muchas historias preciosas: sobre todo aquella de su abuelo y sus hermanos, que se fueron a vender los melones a Madrid con un carro, y como era agosto y no tenían comida, antes de llegar se los habían comido todos, y de lo que paso a la vuelta). De los encuentros en Picos de Europa durante veinte años, de la espeleología, de sus amigos, de Nicaragua, de Cuba, (que contó magistralmente auxiliada por Javier, que vino con Blanca a pasar el fin de semana y me encantó), de Maite, su nieta, de Héctor, su hijo, de Maria, su complice, de Lauri, ¡ese Lauri!, del tomate, de la salud, de la vida y de Javier.

Se lo puede permitir: ni un sólo día he visto a Merche esquivar el dolor.
Además ella no es clara: ha decidido ser transparente.

Estábamos leyendo las dos en la cama, en la habitación de Martín, con el frontal. Ella leía una historia longuísima de chinos que me iba contando, y me dí cuenta de que
Mercedes siempre está escalando, conoce muy bien la importancia de cada detalle del terreno y me estaba diciendo todos los días eso: como había que clavar la pica en este momento para seguir subiendo. Ella, por ejemplo, en un momento clavó la pica en la UNED y estudió psicología para buscar sus recursos y los nuestros donde estaban, y en otro momento se fue a Nicaragua, y ahora ha estado reuniendo tranquilidad para descubrir lo que hará.

Gracias
Merche, lo utilizaré todo (también pienso en mis bronquios), ah, y muchísimas gracias por lograr que empezara, por fin, a llorar (ahí solte el moco con Blanca el sábado, ¡para aumentar el cauce del rió seco!, decía intentando justificarlo entre hipos y gin-tonics: todo muy transparente).

He decidido mantener el



que tenía que ser simbólico
encendido



Y gracias
Cancalara. Vos si me conoces.Vos si sabes cuidarme.

No tengas más dudas:

¡NADARÉ!

(y el Joselin me dijo que también, ya no nos damos más consejos que ese, vaya trio, ¡nada!)