jueves, 5 de marzo de 2015

Quiero ver...






La fuerza de voluntad es algo que me para en seco. Con lo que me gusta cocinar y soy una crudívora, me pongo ciega de stick tartar y salmón con soja. Cuando consigo madrugar me prometo no dejar de hacerlo, pero al día siguiente gana la noctámbula, y además exagera. O me empecino en mirar lo microcósmico y sólo busco sentidos en lo inmediato, o pego un salto y la memoria me lleva al pikcup de un guerrillero que me diría ahora si le soltara este rollo:

-¿Qué hacer? Dijo Lenin.

Todo se activa cuando se acumulan las contradicciones, así que pronto me iré a ver a la caminanta coja y al viajero sedentario a Santander, después de dieciocho años intentando presentarlos reposan en la misma ciudad. Estaba preparando el curso que daré en La Vorágine, (debería escribir algo titulado "De Blufields a Santander", después de recordar con Paco, a la vuelta). El curso irá de las cosas y las casas, preparándolo me he encontrado esto, todo seguido:

“las casitas de Techo son bonitas y todo, pero no es
algo que venga de la alcaldía”

Evelyn, de la comunidad Santa Lucía. El Salvador

Cuando las cimas de nuestro cielo
Se reúnan
Mi casa tendrá un techo.

Paul Eluard

La foto es del techo de nuestra casa antes, al principio, cuando entraban pajaritos.