Tim Pugh
Y querer
escribir y querer hablar me ha conducido estos días al autismo.
¡Hasta con la niña tuve una penosa conversación telefónica ayer!
Esta mañana me estaba acordando de un
libro muy recomendable “El hombre que confundió a su mujer con un
sombrero”, porque pensaba en las otras cegueras, y eureka:
-Si no puedes escribir te puedes releer
He pensado.
-Venga, hacele huevo, a lo mejor no te
das un disgusto.
Ha apostillado otra yo.
-Pero tienes mucho trabajo, no te puedes andar con el eterno "vísteme despacio que tengo prisa"
Ha sentenciado esa otra, la justiciera.