jueves, 28 de febrero de 2013

El laurel: hermosuras telepáticas intercontinentales o lo que yo entiendo como sabiduría.




El laurel es más difícil, está cargado de literatura y simbologías. Pero la verdad es que llegó por causas bien prosaicas. Llamaron unos molineros, hace tiempo, asediados por los ratones, y la tía Pili dijo que ramas de laurel en las ventanas, que no soportan el olor. Luego ya fue cogiendo su aquel poético el asunto. Plantamos dos en la portá, Gonzalo y yo, y tuvimos ese rato estupendo de revisar de que sentidos se habían imantado aquellas hojitas. Diz que también espantan el rayo, y son el símbolo de la sabiduría.

Volvimos unos meses después y ni idea de qué laurel era el de cada uno.

No lo puedo evitar, ni quiero, os identifico a cada uno con una matita, el animismo. 

Había que repartirse el botín. No  tanto por la propiedad, que allí siempre es ficticia, como por las posibilidades de observación arbitraria que el azar ofrece. Estaba claro que el mío era el más gordito de los dos y que se van a hacer compañía mucho tiempo. 

Por seguir con ese hilillo de la vegetación y los supermercados no hay cosa que me cabree más que ver a la gente comprar laurel en el supermecado en este pueblo, tenemos laureles para que toda la población coma patatas con bacalao todos los días del año, y lo compran viejo y en bolsitas.

Y hablando de compañía, ¡qué lujo la onírica!

Por seguir con ese hilillo y también con el otro, el de la sabiduría y los que merecen ser laureados, ahí va un un chat de ayer con la niña B.

-Voy de culo, sólo para preguntarte,  ¿estás bien? Anoche soñé contigo
-Sí
-Dime la verdad, apenas pude verte, estabas metida en una niebla espesísima.
-Entonces, ¿era yo o no?
-Es importante que no digas pendejadas, ya sabes que te hablo en serio.


miércoles, 27 de febrero de 2013

Una semana especiada






Es por azar, aunque parezca decisión. Pero he mirado las fotos anteriores y las constricciones también llegan solas.

Sólo sé una historia sobre el cilantro. Una amiga iba con su compañero en moto por autopistas inhóspitas cuando él se volvió y le dijo:

-Voy a parar, tengo algo importante que decirte.

¿Hay alguna frase que asuste más que esa? Tengo que decirte, tenemos que hablar. Sí. Hay una. Voy a serte sincero/a que es sencillamente espeluznante. Después de “voy a serte sincero” viene siempre una catástrofe: una mancha, un defecto, algún horror.  Yo ya me niego a seguir escuchando cuando alguien empieza así. La sinceridad es brutalidad la mayor parte de las veces e intento por todos los medios que sea o natural, sin introducción, o innecesaria.

Por lo visto tardó muchísimo a parar, tanto que ella ya se había hecho a la idea de que la dejaba. Si no ¡a qué tanto aviso! Le dio tiempo hasta a recomponer el ánimo ante el inminente abandono. Por fin él paró.

-No soporto el cilantro

Es lo que le dijo.

Yo siempre estaba escasa de cilantro, me pasa como a la  prota de la historia, que lo pongo en todos los sitios. Hasta que compré una maceta en el supermercado y también pegó. Es bien rocambolesco pero tiene algo de robarles el fuego a las grandes superficies.

La mejor, mejor, mejor receta es la ensalada de mango, un poco verde, con cilantro, limón y tabasco. Esa es de Amanda.


martes, 26 de febrero de 2013

Interrogantes leves de una evadida








Si se escribe cuando se esta triste el texto provoca tristeza, si cuando se está enfadado, irritación etc, etc ¿Y si se escribe con dolor de cabeza ?

Hay que escribir lo que no se puede contar hablando, decía Doña María. Por lo tanto ¿habrá que hablar de lo que no se puede decir escribiendo? Hay temporadas en las que todo acontece en los márgenes del texto.

Estaba triste como una taza cuando algo me ha arrancado una carcajada, y ahora: ¿qué hago?¿quién soy?

Otros recurren a las caminatas, al yoga o a la cruceta. Mi método,  ya lo he contado, es la sopa juliana. Nunca estoy tan segura de lo que siento como cuando estoy cortando cachitos microcósmicos de patata, cebolla, zanahoria, perejil, ajo, apio, pimiento, tomate, ¿qué más lleva?

¡Jengibre! La historia del jengibre y el absurdo de algunos  círculos: no encontraba por ningún sitio y tuve que plantar el que compré en el supermercado, tomó.


lunes, 25 de febrero de 2013

Los lunes





se necesitan más las sonrisas, los colores vivos y los buenos días.

He empezado este limpiando correos viejos y he encontrado una joyita de Marta Fernández, alias Mapache, que, además de su tromba de energía, conservaba una recomendación estupenda para empezar las semana:

escoger las palabras como filos de azafrán
ínfimos     gestos     valiosos

viernes, 22 de febrero de 2013

Si una noche de invierno un viajero, fuera del poblado Malbork, asomándose desde la abrupta costa sin temer el viento y el vértigo, mira hacia abajo...



Sophie Calle


Las páginas que buscaba estaban del 85% en adelante: 

"No puedo dejar de pensar en mi conversación de ayer con el tal Marana. También yo quisiera borrarme a mí mismo y encontrar para cada libro otros yo, otra voz, otro nombre, renacer; pero mi meta es capturar en el libro el mundo ilegible, sin centro, sin yo.

Pensándolo bien, este escritor total podría ser una persona muy modesta: lo que en América llaman ghostwiter, el escritor fantasma, una profesión de reconocida utilidad aunque de no mucho prestigio: el anónimo redactor que da forma de libro a lo que tienen que contar otras personas que no saben escribir o que no tienen tiempo, la mano escribiente que da palabras a existencias demasiado ocupadas en existir. Quizá mi auténtica vocación era ésa y he fracasado. Habría podido multiplicar mis yo, anexar los yo ajenos, fingir los yo más opuestos a mí y entre sí.

Pero si una verdad individual es la única que un libro puede encerrar, más vale que acepte escribir la mía. ¿El libro de mi memoria? No, la memoria es auténtica mientras no se la fija, mientras no se la encierra en una forma. ¿El libro de mis deseos? También ellos son auténticos cuando su impulso actúa con independencia de mi voluntad consciente. La única verdad que puedo escribir es la del instante que vivo. Acaso el verdadero libro sea este diario en donde trato de anotar la imagen de la mujer de la tumbona en las distintas horas del día, tal como la voy observando al cambiar la luz"

Italo Calvino
Si una noche de invierno un viajero.



jueves, 21 de febrero de 2013

Pero dime ¿Por qué tengo que leer Si una noche de invierno un viajero?




Empecé a releer Si una noche de invierno un viajero cuando supe que tenía dos nuevos lectores, pero sobre todo porque si las obras literarias tuviesen temperatura en Calvino sería siempre primavera y yo necesitaba un clima benigno. Empecé la novela pensando en ti, lectora que escudriña aquí después de diez años de desaparición, ¡por algo se rompen las hamacas! Creo que buscaba un tono con el que poder hablarte. Primero me puso muy triste no merecer siquiera tu saludo, y luego me hizo pensar en los escondites, nunca debería haber suficientes motivos como para esconderse, por eso me enfrenté a una palabra de la que siempre ando evadida: celos. Soy tan taradita que no me creerías, por mucho que lo dijeras: “no os puedo soportar juntas”, yo te quería un montón y  no te entendí hasta el otro día. También pensé en Javier que me lee y me disfruta  y le gusta que lo nombre y me lo dice, por eso yo también se lo digo, porque la reciprocidad es un gusto. Todo tiende a compensarse. Pero sobre todo estaba preguntándome, sigo haciéndolo, por el lector, y no sé de un sitio en el que se explique mejor qué es un lector en todas sus versiones que en esa novela.

Calvino me hizo otra vez la jugada, el capítulo que yo recordaba al principio no estaba allí, apareció cuando ya me había convencido de que era un capítulo que yo había inventado. Ahora ya no se lee por páginas, en los artilugios digitales se lee por tantos por ciento, y tuve que esperar hasta el ochenta por ciento por lo menos hasta que apareció Terminé de leer la novela en la sala de espera del médico y volvió a jugar conmigo ese italiano: se acababa la batería del ebook que además me había regalado Rafa, el médico, y yo necesitaba más historias, ¡se podía hacer oreja desde dónde estaba sentada de lo que ocurría en la consulta! ¡no iba a poder evitarlo! ¡me había transformado en la lectora, necesitaba seguir oyendo  y tengo oído de tísica!

Rafa salió a llamarnos por orden y me dejó para el final, para poder hablar, me dijo por señas. Aguantó la batería del asunto justitito hasta que salió la última paciente. La historia que seguía era la mía, me tenía que espiar, esas eras las reglas del juego, espiar al próximo cuando se terminara el libro (y ese era un buen lugar, la consultas son el lugar idóneo para desmayarse y para desdoblarse)

-Acabo de terminar de leer Si una noche de invierno un viajero.  Es un libro de Italo Calvino…dije.

Y los dos nos lanzamos contra la pantalla del ordenador para buscarlo.

-Y además quiero paroxetina, pienso incorrectísimamente y lloro inopinadamente, y me relato mal, estoy susceptible, deseando malinterpretar para hacerme la víctima.

-Te ha pasado algo

-No

-Algo te estarás ocultando.

-No te pongas lacaniano, soy crónica, hago café de recuelo, recapto y recapto, que lo sé, somos química y necesito descansar, hace quince años que no recaigo y no quiero recaer.

-Espera, miro. No hace quince, hace diez. Vale, pero media y no me creo que estés deprimida

-Porque no estoy, hace un montón que no estoy. Oigo  esta conversación como si la estuviera escribiendo. Y tengo el personaje de  la paciente probablemente deprimida de un médico estupendo del que además es amiga y a quien le encanta ver. ¡Cómo vas a creerte que estoy deprimida!  Pero me tienes que creer.

-Vale, media. Por cierto que a mi me quedan dos motivos: las buenas conversaciones y el buen tiempo. Y ahora dime ¿Por qué tengo que leer Si una noche de invierno un viajero?

miércoles, 20 de febrero de 2013

Post robado: LAS FRESAS Y MUSIL SIEMPRE VUELVEN






"Los hombres de la posibilidad tienen algo muy divino en sí, un fuego, un vuelo, un espíritu constructor y la utopía consciente que no teme la realidad, sino que la trata mejor como problema y ficción."

(Si existe el sentido de la realidad debe existir también el sentido de la posibilidad)

Justo esta mañana estaba pensando en ella cuando me encaminaba a por paroxetina. Cuando deje de hacer café de recuelo con la serotonina y se me suelten los dedos tengo que hablar aquí de esa conocedora del cerebro a la que vi diez minutos y  que está siempre tan cerca. Merci Joaquina.



jueves, 14 de febrero de 2013

El carboncillo virtual y las costuras.



 Eugenia Balcells


He descubierto esta mañana que puedo leer seguidito todo lo que subrayo en el ebook y ¡puchica! ¡qué desayuno tan intenso!

Inevitablemente me ha dado copista, pero me he ido a copiar del papel. No va a conseguir la técnica que yo desaproveche la posibilidad de degustar con los dedos,una por una, las palabras de otros. La vocación Menard tiene que ver con la necesidad de organizarnos las entretelas, de clasificar cachitos microcósmicos de caos.

Algo semejante, o quizás todavía más complejo, consiguieron los gaélicos, de los que se hablará más adelante. Se retenía la sombra de una persona enferma, como la sombra tiene la misma enfermedad y en la misma parte, curando la sombra, en la que se operaba con mayor libertad, se cosía, se limpiaba, incluso con esmeril y jabón de palosanto, quedaba curado el cuerpo.

Al franciscano Rodriges, portugués, le sorprendió ver en algunas sombras de príncipes etíopes y de grandes damas unas líneas doradas, o rojas, o verdes, y era que esas sombras habían sido intervenidas quirúrgicamente, y el cosido se había hecho con hilo de oro, de espinela o de esmeralda; y en las sombras, especialmente al atardecer, relucían.


Escuela de curanderos. Alvaro Cunqueiro

miércoles, 13 de febrero de 2013

Sueltos aún en sucio.





Erich Consemüller


Enseñar la tramoya

aunque la idea suba de color y el sentido se oscurezca (Verlain) 


Después de leer Las Fronteras del Barroco:

A veces es difícil distinguir un concepto complejo de una explicación mal dada. En esa grieta fermentan mil equívocos y medran muchos tontos.

(Otra versión) Después de comentar algunos textos hermético-contemporáneos en comandita.

Una cosa es ser polisémico, otra dejar las cosas inacabadas, y otra asombrarse con lo más obvio y transmitir lo que todos sabemos y no el asombro. Pero se parecen y, con frecuencia, los tontos logran epatar.

Corbiére

Bazofia compleja y la mezcla adúltera de todo.

Muchos hombres y…ninguna demostración.

Nota de J.B en unas articulaciones sobre Villiers y La Eva Futura.

Estuvo sembrado don Tomás, al menos, en su personaje de la novela.
Dos siglos antes, La Fontaine, para ejemplificar lo inefable, lo inconcebible, escribió: “El día en que las máquinas hablen”.
Y dos siglos después, gracias a don Tomás y al poeta loco Charles Cross, las máquinas hablaron, como bien sabía Villiers.
Nosotros decíamos “Cuando las ranas críen pelo” o “Cuando San Juan baje el dedo”. Ahora, las ranas con pelo son un juego para los biólogos. En cuanto a San Juan,

¿quién sabe nada?


¿La literatura puede modificar el futuro?
¿Articulaciones?
Buscar en la carpeta  “literatura y ciencia”.
Julio Verne, H. G. Wells. Charles Cross,Villiers, Bioy Casares, Virilo, Lang
El fonógrafo, la bombilla, los robots, la turbina, la realidad virtual, la inteligencia artificial…


Verlaine

Falso escéptico alarmante

Char

El optimismo tarado que era mi obligación alimentar me asfixiaba

Copiar lo que faltaba de Cirlot: 

No siempre puedo recordarte
bajo los grandes trozos de silencio
que me aplastan y dejan en ceniza
tan sólo perseguido
por un sonido oscuro
y por las lentas avenidas grises
de un orbe sin final y sin principio

¿Y dejaste a la nada
tu esperanza abrasada abandonando al fuego
todo el humo del ruego?

¿Y soñaste perder entre las hierbas
el anillo de luz en que conservas
el signo de mi eterna persistencia
en la espiral oscura de tu esencia?

¿Y llegaste a creer
no ser?


lunes, 11 de febrero de 2013

Sin restos del naufragio.





Jennifer Allora y Guillermo Calzadilla


Una de las cosas que más pánico me producía de pequeña eran las pesadillas de mi madre. Sus gritos eran mucho más espeluznantes que los de las películas. Los vecinos, que eran mis primos y mis tíos, subían asustados. Asomábamos el hocico a la habitación y le rogábamos a mi padre que la despertara. Él nos apaciguaba con la mano y la dejaba seguir  gritando. Tan tranquilo. No había una explicación plausible para que una mujer con una vida con tan pocos sobresaltos tuviese, y tenga, tantas pesadillas y tan aventureras: cuando no la perseguía una manada de búfalos estaba naufragando, o en una celda de castigo, o el avión que pilotaba se había quedado sin tren de aterrizaje. Eso nos lo contaba en el desayuno con todo lujo de detalles y nos dejaba boquiabiertos.


Yo no heredé sus veleidades oníricas. Menos mal. Pero el rebrote de gripe parecía traer en la bandeja dos opciones: insomnio o pesadillas, y he estado degustando las dos. La de ayer, mucho menos vistosa que las de mi madre,  era de esas que no te logras sacudir hasta bien entrada la mañana. Dicen que las pesadillas sirven para familiarizarnos con el umbral del dolor psíquico. Si hago una regla de tres la Arse debe estar preparada para irse a vivir a la conchinchina y yo a ninguna parte. También he soñado que escribía, muchísimo, pero al levantarme todo se había quedado en agua de borrajas. 


jueves, 7 de febrero de 2013

Viva Caeiro




Victor Burgin


Después de una atroz aparición de Mr Hyde, en la que me advirtió que él era  más fuerte ( tomé nota) me dispongo a releer a Stevenson con escarapelo, me ha dado por ahí.


Pero antes necesito descansar un rato, y lo más recomendable que encuentro es Caeiro.

El amor es una compañía.
Yo no sé andar solo los caminos,
Porque ya no puedo andar yo solo.
Un pensamiento visible hace que camine más deprisa,
Que vea menos, y al tiempo que me guste irlo viendo todo.
Hasta la ausencia de ella es algo que está conmigo,
Y ella me gusta tanto que no sé cómo la he de desear.
Cuando no la veo, la imagino, y soy tan fuerte como los altos árboles.

Mas si la veo tiemblo, y no sé qué es de aquello que he sentido en su ausencia.

Todo soy una fuerza que ahora me abandona.
Todo lo real mira hacia mí como un girasol en cuyo centro aparece su rostro.


martes, 5 de febrero de 2013

Un no-lugar para exiliarse o mirando desde el limbo.


Michel Davo


Otro momento iluminador fue cuando Aurora Egido metió una morcilla en la explicación de una naumaquia y nos contó, con esa flema, la más fina que he conocido, la congoja que le había causado enterarse de la desaparición, en el Concilio Vaticano II, del Limbo.

Me acuerdo muchas veces, ¡cómo no voy a acordarme! Construyendo un limbo, y conscientemente, llevo desde entonces (para escapar de tantos no-lugares es necesario uno como el limbo, por lo menos)

Pero esta vez me acuerdo por algo concreto. El otro día vi una comedia francesa y me identifiqué con la protagonista. Hasta ahí previsible, aunque ella era lo que vulgarmente se llamaría "tonta perdida". Pensé “está en el limbo”. Y me asusté, porque la identificación no era con lo que le pasaba, era con ella entera. Pero luego me cayeron muy bien ella y mi estupefacción. Menos mal. Con todo este lío quiero decir que hay un despiste vital elegido que lleva muy lejos, al Limbo, por ejemplo. (creo que se titulaba “Por fin viuda” ¡he vuelto a enseñar la tramoya! Menos mal que nadie va a mirarla.)


lunes, 4 de febrero de 2013

Fotos para hacer pie.



Temprano comenzó mi formación política, quizá el tío José María ya me estaba hablando de urbanismo.

Nunca se sabe porque dos personas tan diferentes viven adosadas. Nosotros nos pasamos la vida juntos. Con razón ahora me exigen su receta de los buñuelos de bacalao. Al final la encontré. Me la estaba guardando la madre de Tatiana en Segura y hasta allí nos fuimos a buscarla.

domingo, 3 de febrero de 2013

¿Oulipianos o Oulipitos?



Era el 89, un año intenso en mi vida, cuando, por fin, encontré lo que buscaba. Estaba en una revista de Antrophos, en el monográfico sobre Georges Perec en el que descubrí al OULIPO. Tengo una foto de ese día, en la ponderosa, mi salón de lectura durante años, la pongo. 

Se produjo una tensión de millones de voltios en mi cabeza cuando se estrellaron en ella los números Pitagóricos con las  constricciones Oulipianas y la métrica clásica.

¿Qué es un autor del Oulipo? Les preguntan.
Y sus integrantes responden: “Es una rata que construye por sí misma el laberinto del que se propone salir”.

Para mí que esa respuesta contiene el germen de la creatividad.

Y puestos a construir constricciones y laberintos las próximas articulaciones serán una conversación con er niño que se va a titular ¿Oulipianos o Oulipitos?
O no sé, ese otro siempre mejora los títulos.


viernes, 1 de febrero de 2013

Contando, que es gerundio.



  

Llevo un rato monologando, pero con Gonzalo Escarpa, y de ahí me he ido a pensar en ese hachazo maléfico que el mundo capitalista le metió a la vida cuando la dividió en privada y laboral. Musil decía que no había que agujerear la vida con vacaciones. No recuerdo que dijera nada de esa escisión mucho más drástica que pretende que la empaquetemos dos veces al día para que las partes no se contaminen.

Entonces me he acordado de “El corazón es un cazador solitario” El doctor Copeland hace una fiesta en su casa y en el discurso dice que no sólo somos esclavos porque otro nos compre el tiempo, sino porque nuestro trabajo con demasiada frecuencia es inútil y lo sabemos. Porque pueden utilizar a dos personas para abrillantar el palacio de una sola, tener tres jardineros cuidando un jardín tapiado, o tirar la cosecha de mandarinas porque dicen que no nos gustan imperfectas, añado yo.

Me voy, tengo que seguir monologando con ese pez endecasilabizado sobre cómo seguir fomentando el tráfico de les mots et les choses.