Alison
es la viejita colombiana que me cuida, se lo prometió a mi padre en
un skipe: "uste tranquílo,que yo se la voy a estar cuidando"
y cumple a rajatabla: "metase pa dentro con esos tirantes que me va coger una gripa Martica"
"ahora, antes de dormir, me va a hacer un favor mija, se va usted
a arreglar la habitación y la va a dejar bien chida, como si fuera
un conjuro para que mañana las dos nos podamos acordar del sueño y
nos lo contemos con un desayuno delicioso". Y se multiplica, con una actriz nunca se sabe quién te está cuida que te cuida.
Estoy terriblemente enferma de juventud, aprovecho cada minuto de esta regresión intensísima
porque, como casi no hay espejos, puedo sentirme una más entre los chicos. Eso ya lo conté. Lo que no he contado es el dolor de rodillas que me entró después de reptar una hora en la clase de danza butoh, menos mal que enseguida empezo a curarme Alisón con pomada de marihuana y coca, esa chica es una farmacopea natural ambulante. La iniciadora Malú me trajo luego a Zonica otra pomada de peyote y, tan bien me sentó, que baile rodeada de bailarines profesionales de 23 años hasta las cuatro de la mañana.
Ely
Metztli es la fotógrafa cómplice, la serenidad enérgica que de
pronto se desmelena, la gran creyente del plan, la amiga que me
lleva al cine y a la sierra y a su colegio, la deconstructora del
diseño.
Jugando en una boda (de Ely)