miércoles, 30 de septiembre de 2009

Arborescencias


Hasta me estaba olvidando que me había hecho arborícola, estoy totalmente sumergida en un montón de tareas arenosas y se me olvida lo fundamental: andarme por las ramas.

Menos mal que esta mañana he hablado con Marisa, que está en el molino, y me ha contado cosas interesantes: resulta que lo que yo creía que eran jocotes son unas peras chinas valoradísimas y no sé qué, que hasta el papel en que las envuelven es muy caro, juraría que ha dicho, este teléfono se oye fatal y Marisa sabe cosas muy extrañas, lo del papel caro me ha sonado a chino.

En fin, que seguimos sin jocotes.

Luego he estado leyendo a Lezama, cuya erudición tiene que contribuir en un tema tan trascendente como un arca vegetal a las faldas de Peña Escrita. La lectura me ha llevado a un montón de dudas, tan sonoras, que mientras las escribía en un correo me han dado ganas de copiarlo aquí, que el maestro traductor pasa y las responderá

Vladi estoy hecha un lío:

¿Feijoa es guayabo? ¿Yagruma es Ceibo? ¿Dónde encontraremos las pitahayas? ¿o los pitahayos en este lado del charco?, porque creo que me urgen. El amarillo rabioso del carambolo promete refrescarnos la mirada mucho rato, delante he puesto un guindo y encima dos granados; ¡qué escándalo! aunque ¿no será de un ácido tan amarillo el sabor de carambolo como el sabor del tamarindo? ¿o sí?¿El palo del tamarindo se parece a la mimosa? ¡soy adictísima al tamarindo! y creo recordar que es como una mimosa el árbol y las dos cosas me parece que hacen el tema también urgente. Otra cosa para aprovechar la estancia de Marisa ¿Qué quiere el gengibre?, ¿agua? ¿sed? en Chalate lo recuerdo en los ribazos, secano ¿verdad?. Puse un zapote, aunque te diré, no me gusta mucho el zapote, ¡es tan denso y tan marrón que antes de hincarle el diente ya me he asustado! Besazos.