miércoles, 18 de marzo de 2009

Caos en El Párrafo

Él, el caos, ha llegado al párrafo para reinar, nunca sé por dónde ha entrado ni cuándo, pero sé que es inútil resistirse. Empieza por inquietar a las partículas y, cuando te quieres dar cuenta, ya están temblando de pies a cabeza hasta los más prestigiosos verbos. 

Empiezo a sospechar la que se avecina cuando los artículos me dicen que prefieren irse, cuando insisten en que no hacen tanta falta, que  los disculpe, que no se va a notar su ausencia. Suelen seguirlos en la rebelión las preposiciones, que tienen muy mala leche y  quedan en el párrafo a propósito: siempre son puntuales;  ¡vienen sólo a reñir! Enseguida los  nexos, contagiados, empiezan a mostrarse poco solidarios. 

La última vez que el caos impuso su cetro los desastres fueron a mayores: cuatro o cinco adjetivos se empeñaron en tirar de la misma cuerda, mal amarrada, y cayeron uno sobre otro, de culo. Los verbos no son esos días tan problemáticos como de costumbre, aunque se quedan abstraídos, empeorando con su sombra el ánimo de unos cuantos sustantivos mates. 

Prefiero no contar lo que hicieron esta vez los sujetos. 

Cuando ese tipo decide coronarse cualquier reunión resulta desagradable, se celebre en el texto que se celebre. Todas las frases se sienten mal arregladas y entre ellas hay demasiadas holguras (hasta a los artículos se les nota que han acudido a la fuerza, no dejan de mirar a sus acompañantes, pero los miran con displicencia) 

La imagen es el poema nº 11 de 

Mar Arza, uno de esos grandes

 regalos de Isla Kokotero

merece la pena ampliarla

La piscifactoría




Las hipótesis, las conversaciones, los proyectos (qué palabro) ya son espacios con lámparas, con proyectores,  con lindos colores y con dirección. 

Asombra, deleita que, de tanto hilar legendarios caos, esté saliendo tanto orden.

Así que den una vuelta por La piscifactoría, yo llegaré, del todo, en directo, el curso que viene.

El logo es de Paloma Pájaro