sábado, 24 de marzo de 2007

El pichi y el pipil



El domingo por la mañana Carlos le estaba explicando al pichi que está solo en la península porque han prohibido la importación de los de su especie, y yo me acordé de cuando llevé a Carlos a Teruel la primera vez.

El pichi es un pico de coral, proviene del norte de África y se ha adaptado como hemos hecho los demás, bien, porque mal, mal, tampoco estamos (hay comida, hay agua, y algunos días pongo la calefacción por él, que a mí el calor me estorba). Lleva unos tres años en esta casa, tuvo pareja, pero se escapó (terminó en las fauces de un gato el día que se murió Haro Tecglen, ¡vaya día!).Es un pájaro de costumbres regulares el pichi, se baña a las once de la mañana, avisa cuando sube el café, responde siempre cuando le hablas, se entusiasma con los pájaros que suenan en la televisión. Amanda y yo creemos que le gusta más el heavy que el rock, o el rap, bailar, baila, no hay duda. Es un pájaro mimado, cuando llegamos a casa, propios, vecinos y visitantes, antes de mirar a los humanos exclamamos: ¡Pichiiiiiiiiii!

Carlos es un indio pipil, los pipiles son una tribu maya, lo importé de San Salvador, una de las ciudades más pobladas del mundo. Un día lo llevé a Teruel y en seis horas solamente vimos a dos negros en una plaza y a una pareja de la guardia civil patrullando, y también aquellas rectas de muchos, muchos kilómetros, tantos que daba vértigo mirar por el retrovisor. Hay rectas que parece que sólo se pueden dibujar en los Monegros. A Carlos se le salió aquel día el Indio porque tenía miedo, ¡esto es un paisaje postnuclear! me decía, ¿pero dónde se han metido todos los demás?

Por eso no me extrañó la conversación de esa mañana. ¡Qué no van a contarse esos dos siendo el indio animista!